Inicio » Relato del presente » Una realidad de Jane Austen
Existe una máxima muy reproducida que dice que los sentimientos no pueden estar por encima de los datos. Con determinadas variables, hasta existen memes que rezan “disculpa si mis datos hirieron tus sentimientos” y demás formatos. El mayor drama con los números es la frialdad de los mismos: los muy turros son implacables. Por eso es que existen personas que los desprecian o que prefieren ignorarlos al darles una personalidad que no poseen. O a sobreestimarlos y hasta darles vida y poder de decisión.
Es como cuando se hablaba de los números de la pobreza como estigmatizantes: son números, no profesan el catolicismo ni padecen de estigmas. Los pobres la pasan mal, los números ni se enteran. Orgullo herido devenido en prejuicio, hemos vivido un lustro sin datos oficiales sobre la pobreza. La misma conducta puede verse en infinidad de casos, como la negativa a llevar un registro de suicidios en el país: es la principal causa de muerte violenta en 21 de los 24 territorios autónomos en los que se divide la Patria, pero son todos datos blue, dado que no está permitido llevar una estadística. Y ya sabemos que no hay forma de abordar un problema sin números.
Sí, dije la principal causa. Incluso por encima de los accidentes viales y los homicidios.
Vamos por la básica bien básica. Para eso tomaremos como referencia al Banco Nación, por ser el único banco de alcance nacional con la tasa más baja. O sea, para esto vamos a dejar afuera a bancos regionales que requieren cuenta sueldo en la entidad, como el Banco de Rosario (el más barato de todos, pero solo para Santa Fe), el de la Ciudad (el segundo más barato, pero solo para AMBA y dos o tres provincias) o el de Neuquén.
Según la calculadora del Banco Nación, para poder comprar una vivienda de 120 mil dólares necesitamos tener un ingreso mensual de 3.5 millones de pesos netos y predisponernos a pagar una cuota de 877 mil pesos mensuales que se modificará mensualmente a una tasa de interés anualizada que hoy está en el 8% y que puede variar. Si sacamos el crédito hoy, con los datos de hoy, para enero ya estaremos pagando un millón de pesos por mes. Podríamos decir que es lo de menos, porque nos quedan 2.5 millones mensuales para vivir y pagar servicios e impuestos. La pregunta, en todo caso, pasaría a ser cómo es que una persona que cobra casi 3.4 mil dólares al mes sólo consigue 90 mil verdes de crédito. Más si tenemos en cuenta otro pequeñísimo dato: como habrán notado, el préstamo conseguido para una vivienda de 120 mil dólares requiere de un ahorro previo de 30 mil gringos. ¿Cuánto más necesitan para notar que una persona que pudo ahorrar 30 mil dólares antes de los 30 o 35 años tiene un buen poder de ahorro como para poder prestarle un poco más? Si el concepto de crédito hipotecario implica que, ante el incumplimiento, se puede ejecutar la vivienda al precio del mercado, ¿por qué no prestan el 100%?
O, si vamos a lo elemental, podríamos resumirlo en el siempre vigente y nunca oxidable axioma “el principal requisito para obtener un crédito hipotecario es demostrar que usted no lo necesita”.
Y no quiero quedar como un pelotudo sentimental, pero me es imposible no trazar una línea y sumar un factor más a la pregunta menos sensata de los últimos tiempos: por qué cae la tasa de natalidad. Hay mil explicaciones antropológicas que justifican la merma, pero acá tienen un bonito factor que contribuye a pensar en cosas posibles. ¿Qué es una propiedad de 120 mil dólares? Todo depende de la zona. En el norte de la Ciudad de Buenos Aires puede ser un dos ambientes bastante modesto, en el sur puede ser un tres ambientes y fuera de la ciudad, las cosas varían según la zona y la lejanía. En ningún caso 120 mil dólares garantiza una casa en la que una familia pueda desarrollarse para sostener la crianza responsable de dos o más hijos, el mínimo necesario para un reemplazo generacional moderado y lineal. Y encima atado a 20 años, una edad en la que biología ya hizo lo suyo en cuanto a posibilidades de procreación.
Pero no deja de sorprenderme –es que soy muy lento para acostumbrarme– el latiguillo “lo que pagás de alquiler lo destinás a una cuota hipotecaria”. Si creen que un alquiler está en un palo mensual para una departamentito de dos ambientes ¿cómo sostienen que un salario de 800 mil pesos está bien? ¿Cómo corno dan por sentado que una jubilación de 350 mil pesos alcanza? ¿Cómo hacen para no trazar una línea entre “se me va lo que no tengo en un alquiler” y “qué dolor me da ver que la gente no quiera tener hijos”?
Un dato que no es menor para cualquiera que lea este texto es, nuevamente, el ingreso requerido. ¿Cuántos son los que cobran 3.5 millones de pesos o más? Ok, se pueden sumar los ingresos del matrimonio, así que va de nuevo: ¿Cuántas parejas tienen ingresos de 3.5 millones de pesos o más como para poder endeudarse a 20 años por un dos ambientes luego de entregar todos sus ahorros?
La respuesta puede hallarse en los datos oficiales del Indec. Para eso conviene aclarar que se toma al 100% de los trabajadores por ingresos del país (asalariados o no) y se los divide en 10 partes iguales. Así se obtienen deciles que varían sus franjas en razón de la evolución o involución de la masa de ingresos. El 80% de la población argentina que vive de sus ingresos se encuentra entre cero pesos y 612 mil pesos mensuales. Otro 10% va de 612 mil pesos hasta 900 mil. Si usted percibe más de 900 mil pesos mensuales, lo felicito: está en la misma porción de torta que el que cobra 8.8 millones. ¿Está bajo la línea de la pobreza porque es el único ingreso de su familia? No sea insensato y deje de quejarse, que está entre los más ricos de la Argentina. ¿Debería cobrar cuatro veces más para acceder a un hipotecario por 90 mil dólares? Sigo sin entender la queja, si está entre los más afortunados de la Patria.
Desde la sensatez debo decir que no es un fenómeno nuevo, pero siento que me rompe bastante las tarlipes tener que aclarar lo obvio: soy millennial y, para mi generación, la casa propia son los padres. Literalmente. Tampoco es nuevo que la administración de turno festeje que se dispararon los créditos hipotecarios o las ventas de automóviles sin rodamiento en una economía que viene de una parálisis total de consumo de bienes registrables. Tampoco es nuevo que, por orgullo, por prejuicio o por ambas cosas, quienes celebran el milagro económico argentino afirmen a la vez que no se puede arreglar todo en un año y medio, a lo cual se podría responder con un alegre “entonces no me lo tires como un milagro”. Lo que sí resulta novedoso es que tenga que aparecer el recibo de sueldo de un médico público para que algún micrófono de los que más habla con el presidente diga “es inaceptable que un profesional crucial de la salud perciba estos ingresos”. Está entre el 20% de los que más cobran en el país. Ok, lejos de los 8.8 millones del tope, pero ahí no más, ¿no? ¿No encontraron una alerta en ver cuánto cobran y darse cuenta que todos los sueldos del país están hechos purecito?
Se hace difícil cualquier atisbo de objetividad cuando la misma estadística del Indec que cito muestra una mejora en el Coeficiente de Gini. Hoy está 0,43 de una escala que va de 0 a 1 y en la que, cuanto más cerca se está del cero, mejor distribución existe. ¿Es una mejora? En el coeficiente, sí. La sensatez dicta que es obvio. Pero en la distribución de la torta estamos igual que hace un año: el decil más alto gana, en promedio, trece veces más que el promedio del decil más bajo. Y hablamos de promedios porque tomar 8.8 millones contra 200 mil se hace poco feliz.
Creo que así se puede entender el debate entre los que tiran los números de la recuperación y los que afirman que es imposible que una población en la que cae el consumo de insumos básicos vea un signo de recuperación económica en cómo se dispararon los consumos en dólares al exterior, el patentamiento de vehículos y las escrituraciones. Y es que, probablemente, hayan ocurrido las dos cosas: los que menos perciben consumen menos y los que más perciben pueden darse lujos que en otros países no lo son, como viajar, comprar un auto o sacar un hipotecario para la primera y última vivienda que pagarás en tu vida.
Si abandono todo prejuicio, tampoco encuentro una contradicción entre el eslogan “Argentina Será Próspera” y los números imperantes. Sobre todo porque es una conjugación que excede al futuro simple del Castellano y está más cerca del Imperativo Futuro del Latín, pero no deja de ser un mandato hacia adelante. No quiere decir cuándo ni para cuántos, ni hasta dónde ni cuáles serán los parámetros de prosperidad. Es un deseo y, como tal, subjetivo. Desde la sensatez, preferiría que el futuro se conjugue desde bases cimentadas en el presente. Pero bueno, son cuestiones de nerds.
Hablando de cosas nerds: pocas personas han contribuido tanto al avance de la humanidad como los observadores del imperio helenístico y los musulmanes que potenciaron todo avance científico durante buena parte de nuestra historia. Sin embargo, nada pudo evitar que durante un milenio existiera un concepto universalmente aceptado de que la Tierra era el centro de todo. El consenso estaba generalizado, nadie se oponía y fue la realidad, la verdad, la ley científica. Existieron algunos que cuestionaban el asunto, cientos de observadores musulmanes que se preguntaban si la Tierra giraba en su propio eje. Incluso podías ir preso si decías que no éramos el pupo de todo. Hasta que llegó Copérnico y desató una revolución.
Mi tocayo Copérnico tuvo la ventaja de nacer bajo el papado de Clemente VII, quien estaba fascinado por los descubrimientos del matemático. La misma suerte no corrió para Giordano Bruno, un monje dominico que, en un ataque de querer estudiar cosas, llegó a la conclusión de que el Sol era una estrella más y que era el centro de su sistema, no del resto. Le tocó Clemente VIII de Papa. Fue quemado vivo y desnudo en una hoguera en el Vaticano tras un proceso por herejía.
Y ahí es que me dan penita tipos como Aristarco de Samos, que unos cien años antes de Cristo publicó un libro en el que sostenía que todo giraba en torno al Sol. El libro no sobrevivió. ¿A qué quiero ir con todo esto? A que ni siquiera la verdad absoluta está consolidada para la eternidad. Es como ese capítulo de Friends en el que Phoebe le refuta a Ross todas las patas de la teoría de la evolución solo para volverlo loco y cerrar con un “durante decenas de miles de años se creyó otra cosa ¿no podés pensar que algún día lo que crees cierto no lo será?”
Nadie tiene la verdad revelada y definitiva. En 1920 comenzó el Gran Debate en el Smithsoniano de Washington D.C. para determinar si el Universo era nuestra galaxia o había más afuera. Fue clausurado en 1926 con los hallazgos de un fulano llamado Hubble: hay mucho más de lo que creemos. Fue hace menos de un siglo. ¿En términos de humanidad? Estas certezas conforman el 0,04% de los 200 mil años que llevamos por acá. Hoy esa es nuestra verdad y andá a saber qué descubriremos en cien, quinientos o 10 mil años.
Me viene como anillo al dedo lo de la dimensión del tiempo para este ejercicio de fans del Presidente de turno. Para mí, niño criado con abuelos nacidos en la década del 30, hablar de cosas que pasaron hace un siglo suena a historias que me contaban en mi infancia y así puedo entender que los que nacieron después que yo lo vean como algo lejano. Si lo llevo a otras percepciones, hay cosas maravillosas, como que chicos nacidos en el siglo XXI escuchen música de cualquier época gracias a la magia de las tecnologías y a la falta de prejuicios. Pero si vamos a cuestiones políticas, todo es historia antigua y aburre.
Casi la mitad de los votantes habilitados en la Argentina tiene menos de 30 años. Huele a naftalina hablarles de la guerra contra el campo, de la batalla por el control de los medios, de la militancia de las ideas kirchneristas metidas hasta en los relatos del fútbol, de los escraches presidenciales o de los diarios rotos en cámara por Jefes de Gabinete. Imaginemos que este año comienzan a votar chicos nacidos en 2009. Todo lo verán con el mismo ímpetu con el que veía yo lo que me contaban de la campaña electoral de 1983. No teníamos tele a colores y el control remoto era una cosa que algunos magos tenían en sus casas. Tengo algunos flashes de fines de los ochenta, como mis padres que daban el número de teléfono de nuestro vecino del depto A, único con línea en varios pisos; o la tragedia de querer comprar un Transformer con la plata de los sábados, acompañar a mi vieja a pagar Segba al banco y, al volver, que la guita no me alcanzara. Mamá se puso la diez y lo compró igual. Los alzamientos militares, los juicios a las Juntas, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y la verdadera dimensión de una hiperinflación, todo, todito eso lo estudié de grande.
A lo que voy es que entiendo y súper comprendo que un montón de personas vean con gracia reírse de todos los que tienen algo para decir desde la experiencia de haber gobernado, los que dan mil vueltas de archivo para justificar hoy lo que deberán refutar mañana, los que pueden contar que hizo cada político hasta 2021 menos los del Ejecutivo actual. Puedo entenderlo desde la postura de no recordar lo que vivieron de lejos, eso que se les mezcla con la merienda de una tarde de viernes. Ahora, los que ya tuvieron la primera colonoscopía, no sé si lo hacen de cínicos o tan solo fingen cordura.
No sé bien qué es lo que ven en esos avivados que pintan como cosa nueva las bengalas y los bombos, que hacen del sentir popular y el personalismo territorial la forma de llevar las “ideas de la libertad a cada rincón”. Lo que me jode, en todo caso, podría ser que nunca aprendemos ni enseñamos que para ser verdaderamente libre, primero y antes que nada, hay que tener la cabeza afuera de las prisiones ideológicas de liderazgos mesiánicos e híper personalistas.
Por eso es que cuesta que perduren cosas como la intervención prejuiciosa, orgullosa y totalmente inexacta de una diputada en un canal de tevé. Juliana Santillán fue a los estudios de Todo Noticias y, con el tema del Garrahan ya envuelto en pancután, tiró una carretilla de brasas: “360 mil pesos es lo que dice el Indec que sale una Canasta Básica y ella vive sola y dice que no se puede mantener y, bueno, creo que hay mucha carga ideológica sobre las opiniones de muchos”. No sé ni por dónde empezar. ¿Ese es el mejor argumento que tiene? ¿Esa es la mejor opción para enviar a un estudio de tele? ¿Estos son los que son distintos a los políticos tradicionales que están desconectados de la realidad? O sea: ¿puede la diputada mantenerse solo con 360 mil pesos al mes?
Orgullosa, la diputada compartió su intervención en su perfil de Xwitter. Como frutilla del postre, al Presidente le pareció digno de retuitearlo. No va a ser cosa que mantenga la coherencia tras proponer un aumento a gente que, aparentemente, cree que no lo necesita. Independientemente de ser el Presidente, se supone que es la persona que tiene a la economía como su máximo expertise, el monje supremo de los números, el superhéroe que se rodea por otros economistas para que lo vean trazar esquemas en una hoja en blanco. ¿Comparte la postura de su diputada por no saber de economía o sólo amplifica la mentira? ¿Fue nada más que un error, como escuché decir a colegas tan propensos a tirarse arriba de la granada que no entiendo cómo no fueron condecorados con la Cruz de Hierro? ¿Una exageración en un clima de campaña permanente?
Entiendo que con un nuevo caso de brutalidad delictiva en La Matanza se corra el debate periodístico, pero se puede hablar de las dos cosas, que una no anula la otra y no podemos dejar todo por la mitad. No quiero olvidarme de los conflictos irresueltos de hace dos días. Quizá sea una buena idea mantener algo de coherencia en la comunicación. ¿Cómo vas a hablar de ñoquis en una repartición pública tras 17 meses de gobierno? Vamos a darlo por cierto: ¿por qué demoran 17 meses en “cortarles el curro”? ¿No ven que les pagan el sueldo? El Presidente continuó su paseo por redes sociales con críticas a los periochantas en general cuando quería referirse a Marcelo Bonelli y aseguró que La Nación lo ataca con operetas diarias porque no recibe más pauta. El tuit de la diputada que dice que un profesional puede vivir con 360 mil pesos sigue ahí.
Ojo, como inquilino con actualizaciones trimestrales me re conviene que la inflación siga con esos números y no tengo nada para sospechar del sistema de medición. Eso es correrse de un lugar más importante, uno en el que hay una escala de valores histórica y, de pronto, parece que un médico merece vivir con nueve dólares al día. ¿Recordás cuando en plena pandemia llegaron médicos cubanos por los que pagamos un fangote? Ahí nos enteramos de cuánto les pagaba su gobierno. A sus bolsillos llegaron 400 dólares por mes. Sí: un médico cubano cobra más de lo que la diputada considera que alcanza para que viva un argentino con más años de estudios que cualquiera del resto de los mortales.
Y mejor ni hablar de jubilaciones, donde ocurre un maravilloso cambio de paradigma en la oratoria. En la década de los noventa, Menem hasta fue a Polémica en el Bar a decir que le dolían esas jubilaciones y que habría querido pagar más pero no tenía cómo. Domingo Cavallo se puso a llorar en público y demostró que no es un androide. Literalmente, lloró. Está filmado. El Toto esta semana salió a celebrar en cuero a las redes sociales y con un ferné en una mano llamó “degenerados fiscales” a los que quieren “poner en riesgo el equilibrio fiscal” al aumentar el haber jubilatorio. Es obvio que la oposición lo utilizará como causa política. Precisamente es obvio porque las jubilaciones están por el suelo.
Por otro lado, ya lo dije un toco de veces –aunque no tantas como el “Ojo con Massa”– y es que da un poco de nervios que se aproveche el cambio de paradigma en la oratoria para llevar a los mismos de siempre pero pintados de violeta. Scioli fue una joda y quedó. Francos era un chiste que nadie sabía y quedó. El vice de Francos, que laburó en la fundación de Scioli con Francos y Milei, ahora es el representante de las ideas de la libertad en la cuna de Juan Bautista Alberdi. Los acuerdos entre el gobierno y el “ala más política del PRO” tienen como puntal al secretario de Seguridad de la presidencia de Duhalde, Cristian Ritondo. Todo así y lo mejor es que van camino a dar la paliza del campeonato en algo que, por como camina en la Provincia de Buenos Aires, será una elección como todas las demás: un acto para definir la interna y los colores del peronismo.
Nunca se descorcha antes del silbatazo pero hay factores que pueden ayudar a entender dónde está el futuro político. En Ezeiza se inauguró un nuevo local partidario del mileísmo. Y ya se afilió Leonor Granados, la hermana del que fue intendente durante 26 años, el ex ministro de Seguridad de Scioli, la tía del actual Intendente cristinista. Su tuit celebratorio llama a llevar “las ideas” –se ve que se sonrojó y no agregó “de la libertad”– a cada rincón de la Tercera Sección. Si mueven el pulgar un par de veces por la pantalla del celular, aparecen los tuits en los que celebra a Kicillof, le chupa las medias a Malena, retuitea a Massa cuando habla de estabilidad mental y le da su endorsement a Sebastián Galmarini cuando lo cruza a Francos por saltar del gobierno de Alberto al de Milei.
Y creo que ahí está el asunto en el que, encima, el periodismo le hace el mejor precio del siglo al oficialismo: Menemistas, Duhaldistas, Kirchneristas, Sciolistas, Massistas, Albertistas, Cristinistas… Si ellos ya vieron cuál es el nuevo bondi, es que está por llegar a la parada.
Al menos demuestran no tener ningún tipo de orgullo, ni de prejuicio, ni de sensatez ni de sentimientos.
P.D: Feliz Día del Periodista.
P.D.II: Dejen de chorear textos.
Compartilo. Si te gustó, claro. Este sitio se sostiene sin anunciantes ni pautas. El texto fue por mi parte. Pero, si tenés ganas, podés colaborar:
Y si estás fuera de la Argentina y querés invitar de todos modos:
¿Qué son los cafecitos? Aquí lo explico.
Y si no te sentís cómodo con los cafés y, así y todo, querés, va la cuenta del Francés:
Caja de Ahorro: 44-317854/6
CBU: 0170044240000031785466
Alias: NICO.MAXI.LUCCA
Si querés que te avise cuando hay un texto nuevo, dejá tu correo.
(Sí, se leen y se contestan since 2008)
Un comentario
Feliz Día del Periodista