Inicio » Pasemos a otro tema » No estamos locos (creo)
El martes me reencontré después de mil años con una conocida de quien había perdido todo rastro. Apareció así, de la nada, perdida en el timeline de Chuider. Palabras van, palabras vienen, la pregunta obvia llegó: ¿Dónde te habías metido? La respuesta, dicha con un dejo de vergüenza que podía percibirse a través de las letras, me dejó pasmado, pero no por lo sorpresivo, sino por verme reflejado en algo de lo que todos creen saber y pocos vivimos en carne propia.
-|-
En noviembre de 2013 pensé que moría. En la cola del supermercado, mientras un desconocido me daba charla de cosas que me importaban entre poco y el suicidio, tuve un subidón de energía imposible de explicar, acompañado de sudoración fría, una presión en el pecho apabullante y una sensación de desmayo que nunca llega. ¿Viste cuando te agarra un estornudo que nunca se desencadena? Bueno, pero a nivel «la quedo acá mismo». No sabía si salir corriendo a una guardia, llamar al 911 o borrar las páginas porno del buscador.
Te estás muriendo y se aparece la voz de tu madre recordándote todas las veces que te dijo que usaras medias sanas por si terminás en el hospital. Tu conciencia pasa a un segundo plano, como en esos sueños en los que te ves desde arriba. Una voz en off que te grita que no, que no te estás muriendo, que no tenés nada, pero no sabe explicarte qué te pasa. A los diez minutos, una sensación de calma te invade.
Y el sueño, pesado, pesado sueño de un agotamiento físico propio de quien corrió una maratón.
Después vino el segundo episodio, aproximadamente a un mes del primero, mientras finalizaba una entrevista que nunca publiqué. El lugar público –un bar– potenciaba el efecto de estar haciendo el ridículo de morir delante de todos. ¿Hay acaso algo más indigno que palmar frente a un grupo de desconocidos? No veo nada simpático en convertirte en el chiste de humor negro de un asado. «¿Podés creer que el gordo se murió en medio de la merienda?».
Opción A: salir cuanto antes del lugar. Opción B: no hay opción B. Salí corriendo, caminé lo más rápido que pude sin mirar a dónde. Crucé Scalabrini Ortiz sin mirar ni el semáforo y un interno del 15 casi me lleva de paseo hasta Pacheco. No ver, no pensar. Otra vez la voz en off, tu propia conciencia tratando de gritar desde la razón cosas lógicas como que, si estuvieras con un infarto, difícilmente hubieras podido gambetear al bondi, correr y esas cosas.
Y pasó. Y nuevamente el sueño, el pesado, denso, gigante sueño.
Para el tercer episodio estaba en un subte no tan abarrotado de gente. O sea: lleno, pero se podía respirar. Nuevamente rodeado de extraños comencé a sentir un subidón de energía que me obligó a poner de pie mientras aspiraba aire como quien sale de bucear en apnea. El hombre que estaba parado frente a mí me agradeció el asiento y el resto fue lo mismo de siempre: el consciente que se esfuma y se convierte en un testigo impotente frente a la sinrazón de lo inexplicable.
Al llegar a casa tenía de visita a mi prima. Fue ella quien me dijo qué era lo que me estaba pasando. Sí, mirá si iba a ir a consultar a un médico para que me ponga el sello INSANO en la frente.
Con mi psicóloga de vacaciones, resumiré que el cuarto episodio pasó sin pena ni gloria como los anteriores, pero fue en el quinto cuando decidí ir a atenderme con lo poco que quedaba de razón en mi cabeza. Estaba sentado en una parrilla y ya había encargado las mollejas cuando el subidón comenzó. Sabía lo que pasaría y me encontraba en un lugar abarrotado. Pagué como pude y me subí al primer taxi que me hizo caso –no hay forma de diferenciar a un loquito de un ebrio a simple vista– y así, luego de que la camarera me acercara corriendo un paquete, me dirigí a la guardia con mi ataque inexplicable. Y una porción de mollejas.
La paranoia hace estragos. Paranoia por sentir que te estás muriendo, paranoia porque se están dando cuenta los que te rodean, paranoia en su más simple acepción. Y ahí, en la guardia, mientras aún no baja el ataque, te agarra la paranoia médica: seguro me estoy muriendo. Y si no me estoy muriendo, me van a pedir análisis y ahí se van a dar cuenta de que me emborraché en la Nochebuena de 1999, o que fui fumador pasivo de marihuana en los cientos de recitales acumulados. Seguro me tildarán de drogón. O por ahí tengo suerte y sólo me estoy muriendo. ¿Y si me muero y le dicen a mi familia que fue por drogón? ¿Qué ropa interior me puse? ¿Qué hago con las mollejas?
Dos horas después, con los análisis que dieron normales en todos los niveles, apareció una psiquiatra para darme unas pastillas que nunca en la vida había tomado y derivarme con algún colega para tratar lo que me estaba pasando.
El Ataque de Pánico es una situación en la que se manifiesta una reacción sobreexagerada e incomprensible hacia una situación de riesgo irracional. El Trastorno Obsesivo Compulsivo es un comportamiento repetitivo y constante que no siempre está relacionado con manifestaciones exteriorizadas. Y el Trastorno de Ansiedad Generalizada (de ahora en más, el amigo TAG) es la conjunción de todos ellos. Eso es lo que me tocó en gracia. Y es todo un tema, porque pega lo físico, lo hipocondríaco, lo psicosomático y el drama novelero. ¿Subió el dólar? Terminaré pidiendo monedas en la calle. ¿No llegué a contestar una llamada del trabajo? Me echan. ¿No pasa nada? No estoy prestando la suficiente atención y en cualquier momento me pasará algo grave. A mí.
Cada quien tiene su receta para comenzar a transitar el camino hacia alguna supuesta cura. El médico, por ejemplo, opta por doparte hasta el apellido con una dosis tamaño deuda externa de benzodiacepinas. Yo, que nunca había tomado más que un diclofenac con miorelajante por alguna contractura, me encontré sumido en una bolsa de piel, músculos y huesos que arrastraba los pies al ritmo de cinco miligramos diarios de clonazepam. La lentitud se apodera de tu vida pero los ataques de pánico desaparecen.
Los amigos o conocidos, en cambio, comienzan a darte sus pareceres. Uno te dice que tuvo un ataque de pánico esa tarde porque perdió el colectivo, llovía y ningún taxi le paraba. Andá a explicarle que habrá tenido un ataque de bronca con un pico de angustia. Otro te dice que él es re obsesivo y tiene que acomodar las medias por colores, que no es tan grave. Resulta en vano aclararle que un verdadero TOC puede llegar a arruinar tus relaciones y tu vida cotidiana por pelotudeces como quedarte esperando a que el reloj dé una hora cuya suma de dígitos arroje uno que no sea de mala suerte. Otro te pide que no seas exagerado, que él también se siente incómodo en lugares cerrados con muchas personas. Es al pedo preguntarle si alguna vez sintió morirse realmente por estar así.
A ello me refiero con las palabras: estar angustiado no es un ataque de pánico, del mismo modo que ser obsesivo con la limpieza o el orden no configuran TOCs y una fobia no es sencillamente un rechazo a algo que no te gusta. Y para culminar este diccionario: un TAG no es solamente estar ansioso.
Sacudís la patita como si tuvieras Parkinson a la velocidad de la luz, contás números pares por si las moscas, le escapás a la vida social, comenzás a salir cada vez menos y el resultado es obvio: Depresión. Así, con mayúscula.
La primera vez que me dijeron que tenía un cuadro depresivo lo tomé como algo lógico: llevaba una semana sin querer salir de la cama y no por cansancio. Es curioso el quilombo que existe en la cabeza que ni ella se pone de acuerdo: el ataque de pánico es un miedo atroz a morirse y la depresión es ya no tener ganas de vivir, pero ambos son síntomas de un mismo trastorno. Es como esos medicamentos para el dolor de cabeza que como efecto secundario puede traer dolor de cabeza. Bueno, en las pastillas antidepresivas ocurre exactamente eso: pueden provocar depresión. ¿Cómo lo compensan? Más benzodiacepinas. Y así tu pastillero se va convirtiendo en el de un anciano y el celular comienza a sonar con alarmas claves.
Tus padres se dividen entre la negación y la relativización. Es imposible asumir que tenés un hijo trastornado porque, culturalmente, una enfermedad mental es ser un loco. Como si uno perdiera conexión con la realidad que lo rodea. Los que no son tan cercanos boyan entre la condescendencia, el rechazo o el consejo extraño: «Tenés que hacer ejercicio», «empezá yoga», «se arregla respirando bien», «¿probaste con marihuana?». Como si uno tuviera tiempo y ganas, como si al psiquiatra no se le hubiera ocurrido una solución mejor con sus seis años de estudios universitarios.
Sé que algunos lo hacen para quedar bien con ellos mismos y que otros lo dicen porque realmente quieren verte bien. Pero la verdad es que no ayuda. Piensen por un minuto lo que sería un sujeto con TAG incipiente en una sesión de yoga: si no se duerme por dopado, entra en crisis de nervios al tener que controlar su respiración rodeado de personas que desconoce en un lugar que le resulta extraño. ¿A algunos les resultó? Puede ser, pero no es la regla.
A cada uno los problemas lo afectan en base a las herramientes de las que dispone. Y una persona con TAG se quedó sin herramientas, ya que no puede controlar su propio cuerpo. Y les puedo asegurar que no hay situación de mayor desamparo que sentir que la cabeza nos juega en contra.
Lo que sí me ha dado resultado es el «Amigo S.O.S.». Para este tipo de procedimiento es necesario contar con una persona lo suficientemente al pedo –y que te aprecie bastante– como para salir corriendo a buscarte en cuanto entrás en crisis. Porque faltó aclarar que ni toda la batería de pastillas puede evitar una crisis de ansiedad. Podrán cortar los ataques de pánico, pero la crisis de ansiedad, esa precuela que anticipa la tormenta, permanece.
El mecanismo es sencillo si aplico un ejemplo: me veo obligado por recomendación profesional a concurrir a lugares con gente medianamente conocida, como para forzar de a poquito la reinserción social. Llego al lugar, mucha gente querida, qué grato momento, qué bueno que vine, varios desconocidos, subsuelo, poca luz, y ése quien es, qué me está mirando, tengo calor, me falta el aire, debe hacer calor, eso o me estoy muriendo, sube, sube, sube… Antes de perder la cordura por completo, tomo el teléfono y mando un SMS (sí, SMS para garantizarme que llegue aunque no tenga Internet) que dice, sencillamente, «SOS» y la dirección. Como la anécdota es real, a los cinco minutos de enviado el SMS mi amigo se estaba tirando con el taxi prácticamente en movimiento. Evidentemente, aún no estaba listo para volver al ruedo.
Luego viene la aceptación, parte del trabajo de la terapia –no todo son drogas, estimados– que lleva a comprender que probablemente uno sea un ermitaño y los lugares públicos generen estrés. Y si hay algo que no marida con el TAG es el estrés. Muchos consideran un buen plan de sábado a la noche quedarse en el sillón viendo Netflix mientras comen pizza de la caja apoyada sobre la panza. Si hubiera existido Netflix en los noventa probablemente no habría terminado ni la escuela, dado que ese plan siempre me pareció mejor opción que interactuar con desconocidos, medianamente conocidos o, el peor de los casos, conocidos indeseables.
Limitar las situaciones de estrés lleva a minimizar los casos de crisis. El resto del cupo de estrés se lo dejamos al trabajo, porque con algo hay que pagar las pastillas.
Como buen péndulo, tratar la hipocondría –paranoia al fin– puede llevarnos de un extremo al otro. Y así como una vez llamé al servicio de toxicología porque había tomado demasiado Uvasal –no, no es joda– podemos encontrar casos en los que no prestemos atención a un dolor hasta terminar internados, lo cual tampoco fue joda. Si duele y no hay causa aparente, al médico.
Para redondear esta suerte de catarsis me permito ir con algo aún más personal. Según la Organización Mundial de la Salud, al menos el 9% de la población mundial sufrirá en algún momento de su vida alguna crisis asociada a la ansiedad en una proporción en la que dos de cada tres serán mujeres. De ese 9%, sólo un cuarto desarrollará TAG. Muchos podrán tener un ataque de pánico a lo largo de su vida, pero pocos TAG. Al menos diagnosticado. Este dato podría hacerme sentir especial, pero me ha colocado en un lugar de marciano.
Durante años sólo hubo pocas personas de mi entorno que sabían de mi situación. Con el tiempo comencé a naturalizarlo sin importarme los comentarios a mis espaldas. Porque sí, estimado lector: si tenés un trastorno mental, técnicamente sos paciente psiquiátrico, algo que cualquier pelotudo con poder de daño puede utilizar para tratarte como tal y tildarte de demente aunque tengas una licencia por estrés. O lo que es peor y más frecuente: tratarte de loquito para descalificarte en una discusión, como si tener razón y estar loco fueran la misma cosa.
Hoy me permito hablarlo abiertamente por primera vez porque no siento que me exponga ni mucho menos. No es una cuestión de mi vida íntima, es lo que soy las 24 horas. Llevo cinco años conviviendo con el TAG. En este lustro he estado más medicado, menos medicado, sin medicación, nuevamente medicado, pasé por un psiquiatra que no sabía ni mi nombre y sólo me daba recetas, otro que parecía egresado del Instituto Superior Rímolo, y así hasta que encontré al ideal. Pasé por momentos en los que comía vorazmente, tiempos en los que no tenía hambre, épocas en las que quería hacer de todo para estar mejor, épocas en las que quería mandar todo a la mierda, momentos de mayor vida social y momentos de aislamiento total. Odié y amé a las pastillas, detesté profundamente tener momentos de crisis de ansiedad en momentos de relax o de felicidad y, lo peor de todo, desprecié y desprecio aún los olvidos aleatorios, las fallas random de la memoria.
Y también he atravesado tres pozos depresivos y problemas de salud física varios, entre ellos uno que me llevó a perder 34 kilos. Algún lado positivo debía existir. Pero desde hace ya bastante tiempo lo llevo con la esperanza cierta –la del que espera– de que en algún momento todo esto pase.
Y si se preguntan por qué estoy escribiendo estas líneas, la respuesta es simple: porque nadie le da la pelota suficiente y todos tienen la solución mágica. También porque vi que, nuevamente, una persona comienza a caminar la senda del TAG y siente todos los miedos que yo ya sentí. Y todavía le espera enfrentarse a la discriminación del «loquito». Sí, hay gente que aprovecha tu trastorno para validar lo que siempre prejuzgó, esos que creen que la personalidad y la locura son la misma cosa y dan a entender que un TAG es una enfermedad mental grave peligrosa para terceros. Y te lo hacen saber.
De hecho, no recuerdo cuántas veces ocurrió, pero hubo una puntual en la que comencé a responder:
La psiquiatra no se paga sola. Este sitio se hace y mantiene con esfuerzo personal. Si te gustó y tenés ganas, te acepto un cafecito pagado en billetes crocantitos argentinos:
Y si estás fuera de la Argentina y querés invitar igual:
¿Qué son los cafecitos? Aquí lo explico.
Si querés que te avise cuando hay un texto nuevo, dejá tu correo.
(Sí, se leen y se contestan since 2008)
75 respuestas
Aca es para aplaudir? GRACIAS por poner en palabras lo que a muchos nos pasó/ pasa. Ni te digo si el diag es trastorno bipolar y osaste estudiar y tener 3 hijos. Te felicito!!!!.
Que valiente como te expones. Aun en tus articulos anteriores que hablan de cosas mas externas, se ve tu profundo deseo de contribuir positivamente. Muchas gracias por compartir esto y ojala que nuestros comentarios te ayuden un poco a ver cuanta gente te apoya, aun desde lejos o sin conocerte personalmente. Suerte con tu lucha.
Nico, te leo siempre. Me llamó la atención tu ausencia. Sólo puedo decir que así como relatas el presente, relataste perfectamente algo que yo no hubiera podido poner en palabras. Gracias.
Nico querido, me acompañás desde que leía tus páginas en Perfil….mucha suerte con esto,no debe ser fácil.Un abrazo..
Te entiendo, te banco, te abrazo.
Sufro algo similar hace años. La medicación a veces te permite hacer cosas, a veces no podés caminar 2 metros hasta el baño.
En el medio tuve una pareja que decía que la depresión era un lujo burgués.
Por suerte es un “ex” y aprendí a no hablar de esto con todos.
Mis hijos saben que la peleo, y veo en sus caras la alegría cuando puedo fucionar. Porque es eso, a veces uno no funciona, como si la perilla de prenderse estuviera rota.
Quiero morirme y tengo miedo de morirme cuando me duele algo.
Aún muchas cosas lindas se interponen entre esa muerte que a veces pido y la vida.
Esa brecha es la la que me salva.
Nico, mirá esto por favor: https://cursos.desansiedad.com/p/dale-alas-a-la-ansiedad
Yo lo padecí hace cincuenta años…además de sufrirlo sentí una soledad terrible, porque los que te rodean no tienen idea de lo que es..entonces lo relativizan , era algo desconocido, soy del interior y fui a Bs As a un psiquiatra que me dijo tenía una neurosis depresiva, me dio medicamentos, hice terapia, viajaba y le escribía cartas y él me contestaba, yo me cure, nunca más volví a tenerlo, recuerdo que mi marido me acompañaba hasta la puerta del psiquiatra, él lo hizo entrar y le dijo : cuando ella dice que siente que se muere, se muere. Nunca lo entendí. Depues sufrí el dolor más grande que puede tener una persona que es la muerte de un hijo, y, sin embargo nunca más lo tuve. Lo comparto para solidarizarme con aquellos que lo están padeciendo hoy, si les puede ser útil, y hoy aprendí que se llama TAG, viva la comunicaciòn..
Me sentí tan identificada hace 16 años q lo sufro. Después de la muerte de mi mama. Es muy feo. Y difícil de manejar u no sentirte un bicho raro. Ya se te va a pasar te dicen…
Saludos a todos.
Que grande Nico, hablar de este tema. Te leo hace mucho.
Yo nunca pude trasmitir con tu claridad por lo que tenemos que transitar una enfermedad mental ( yo tengo T. Bipolar I) y es un tema tan tabú y lleno de prejuicios que constantemente tenemos que mentir para «justificar», nuestras ausencias en reuniones, olvidos, etc. Como si fuera nuestra culpa. Que liberador seria poder decir la verdad.
Me alegra que hayas escrito sobre esto porque ayuda a visivilizar la cuestion y quizas algun dia se termine el el estigma.
Que sigas bien, te mando un beso!
Estoy escribiendo esto con lágrimas a punto de salir, hace dos años sin darme cuenta empecé a tener ataques de ansiedad, este año se hizo insoportable, estaba estudiando en otra provincia y tuve que volver a mi casa, estoy yendo a la psicologa, me ayuda bastante, es feo caer en toda la realidad, aún tengo la esperanza de volver a sentirme bien y plena. En un principio tuve miedo de contar por qué estaba de nuevo en casa, cuando me animé muchos conocidos se acercaron a contarme que habían pasado por lo mismo o cosas similares. No estamos solos. Te abrazo
Un abrazo fuerte Nico y para tod@s quienes sufren la misma situación. Lo he vivido en gente muy cercana.
De nuevo, un abrazo a tod@s!!
Un abrazo grande de una desconocida que te sigue desde cuando todos estábamos en Blogger y nos preguntábamos si vos y el Groncho eran la misma persona. Y a veces decíamos sí y casi siempre, no.
Gracias por tu talento que no claudicó con «tu locura».
Empecé a leerte hace muy poco. Te super admiro por escribir respecto de estos temas. Mucha fuerza y hay que ser positivos y pensar que en algún momento todo pasará. Un abrazo
No hay 2 TOC iguales (el TOC es innato aunque se diagnostique en la adultez).
El TOC es la neurosis más difícil de tratar.
Los miedos no son siempre los mismos, pero los patrones son similares: aislamiento, agorafobia o claustrofobia, depende; miedo a la muerte y quizás fantasias suicidas paradojalmente.
Y no creo esa relación 1/3 hombres/mujeres. Simplemente, que los hombres lo ocultan más.
No lo sé porque me lo contaron. Con eso convivo, hice numerosas terapias, y he llegado a la conclusión de que muchos de quienes ni pensaba toman rivotril (ahora Clonagin), alplax y varios Lexapro, Atenix, Paroxetina, etc.
Lo que aprendí y coincido totalmente es que los que te vienen a aconsejarte yoga, por ej, no tienen idea de que se trata el TOC (en serio, no porque seas ordenado, ya que el TOC puede convertirse en un gran desordenado por retentivo, entre otras cosas).
No hay UNA fórmula, pero sí es cierto que adonde te sientas un poco mejor, juntate con quien te hace bien, salí y hacé cosas que te hagan bien. Si entre esas cosas está el yoga, adelante.
Y por suerte nunca zafamos de tener que tomar decisiones, que no necesariamente son hoy ni mañana, sino cuando sientas el ánimo. Todo, todo, es un proceso al que hay que darle tiempo. Darse tiempo. Cada uno tiene los propios, únicos e irrepetibles.
Evitar la competencia y comparaciones es muy recomendable. Indispensable, diría. Cada uno es como es y cada quien es cada cual.
Te felicito por abordar este tema. Muy pocos se animan. Espero que mi aporte ayude en algo. Es compartir con muchos lo que me llevó años de «lucha», o trabajo, mejor dicho.
Yo empecé allá por los 80, cuando no se sabia nada del tema, de hecho ni los médicos de guardia tenían idea (si, lo de caer vuelta vuelta en las guardias porque te estas muriendo es la típica). «No tenes nada flaco», me decían ante mi desencanto pues hubiera preferido que me metieran en terapia intensiva y no que me digan aquella aterradora frase. «No tener nada» sintiéndose así es espantoso.
El derrotero fue mas o menos el mismo que el tuyo, solo que en aquellos tiempos con cero información. Recuerdo que la primera vez que escuche del tema en un medio publico fue en un programa de la Legrand, donde una psiquiatra trataba de explicarle a los comensales como era la cosa. En fin, te leo y me descubro, y lo peor, te anticipo que la cuestión esta, nunca termina. Aprendes a convivir con ello, pero sigue ahí.
Que complicada que es la gente. La empatía no es el «a mi me pasa lo mismo». Empatía es escuchar preguntar como se puede ayudar aunque no se puede. Si se puede no joder. El consejo solo si se pide.
La utilidad de este artículo es inmensa. Pero para quien le está pasando algo parecido y no sabe para donde arrancar.
Todo lo que busqué leerte.. Pensaba…le pasó algo…lo habrán echado?… dónde estará… Bueno ahora sé, ahora saliste a la luz otra vez. Como verás hay mucha gente con parecidas realidades. Yo tengo algunos ataques de pánico como secuela de un neumotórax, trato de controlar mis asfixias mentales.
Bueno Nico, acá estamos todos juntos tratando de remarla. Qué bueno que te animaste a contarlo.
Abro mi Twitter y lo primero que me aparece es un enlace que me trajo a esta nota. Sinceramente siento como si estuvieran contando lo que he pasado. Hace dos días termine en la guardia del hospital por una supuesta crisis nerviosa, me dieron unas gotitas de clonazepam y el médico me preguntó si me había pasado antes, le dije que hace más o menos 8 años que vengo con episodios similares pero los que me llevan a pensar «me estoy muriendo» son muy esporádicos. Si estando en bares con amigos, solo en un pago fácil, comprando en el chino y lugares así he sentido pánico y sensación de salir y estar solo, que Absolutamente nada ni nadie me toque. Las sobrelleve por ejemplo, me fui de un bar con mis amigos y me senté solo en una plaza abajo de un árbol a respirar, solo necesitaba respirar, y puedo dar más ejemplos. Se siente tan feo el «que exagerado» o el » es normal, a todos nos pasa» que había optado por no contarlo más. Hasta hace 2 días que realmente sentía que me moría, sudor frío, temblar y no tener aire. Mañana tengo una entrevista con una psicóloga, ojalá esto pare un poco. Gracias por compartir tu experiencia y saber que no soy el único que ha vivido eso o que se «está volviendo loco» ja. Saludos
No sé que decirte, Nico. Espero que puedas sobrellevarlo mientras dure. Y curarte.
Te deseo lo mejor.
Muy buena pluma, te seguí en las crónicas (aquella de Tribunales con CK muy buena)
y te quería decir que quizá en la literatura puedas encontrar una inmejorable compañera. Las dos caras de una moneda (leer y escribir) que nunca dejarán de acompañarte.
Llevo 18 años… y contando… sufriendo ataques de panico, crisis de angustia, agorafobia, algo de hipocondria y no voy al medico porque me enferma (entro sanita y seguro algo me encuentran, arrancando por la hipercolestoloremia). Al TAG -todavia y $Deity no lo permita- no llegue. Tuve siempre las cosas de a una, maximo dos en fondo. Tuve la lucidez de no contarle a mi familia (que siempre penso, como el 80% de la poblacion, que los psiquiatras son para los locos) lo que me estaba pasando y solo gente de mi muy alta confianza lo sabia. Nunca sali corriendo. Podia estar hablando con alguien y sufriendo un ataque de panico y “seguir” la conversacion como si tal cosa. Estoica la tipita. En mi vida lei una explicacion tan clara, certera y acabada de lo que es un ataque de panico. Gracias por este regalo, Nico. Ahora en lugar de explicarlo voy a sacar una fotocopia de tu articulo y voy a decir “leete esto (y no jodas)” . Creo que lo unico que te falto es decir que todas estas enfermedades se producen en un organo que es igual a cualquier otro organo del cuerpo: el cerebro. Se enferma el higado, se enferma el estomago, se enferman los riñones…Porque jodida razon el cerebro deberia ser la excepcion? El problema es que, como sociedad todavia seguimos acarreando tabues mediavales respecto a esas enfermedades. Mientras avanzamos en terminos de diversidad y genero, seguimos perteneciendo a la inquisicion con respecto a las enfermedades mentales. Que yo cambiaria por “enfermedades cerebrales” para empezar a romper el tabu. Desde el momento que las provoca un desbalance quimico en el cerebro, no son mentales. Punto. Gracias otra vez por visualizarlas(nos)
Hola !! En la adolescencia batalle con el ataque de pánico sin medicación ni terapia porque no se hablaba de ello, era una rarita y listo. A los 53 años puedo decir que mi Tag se convirtió en migraña con aura ( desde los 15 ) . Otra vez en terapia, aprendiendo a decir NO, a los otros y a mi cabecita que me empuja a ser Batman , cómo me llama mi marido .
Me gustó la frase del dr Kusnetzoff, el ataque de pánico es la manifestación de una moratoria psíquica tras un trauma. La cabeza todo lo cobra en el cuerpo. Un abrazo
se veia tanto venir este post
de la raza «me violaba mi tio cuando era un niño»
tan predecible como pelotudo
Me enviaron éste post por twitter, lo leí y estoy llorando mares desde que comencé. No te conozco, pero siento que me abrazaste al momento en que pusiste en palabras lo que a mí tanto me cuesta explicar.
Hace un año me diagnosticaron TAG y ataques de pánico. Con agarofobia. Hoy, desde hace casi un mes, sigo luchando contra una recaída muy fuerte. Claro, como a todos los que sufrimos esto, me limita. Y sé que lograrás comprender la impotencia que eso implica, el tener que dejar todo por ello. Y, la realidad es que, leer tu artículo hizo que no esté sola, al menos por unos minutos. Sé que alguien por ahí puede comprender lo que me pasa, aunque no sea mi vieja. Me encantó. Te abrazo.
Esta nota es INCREÍBLE Nico! Te quería escribir esto por privado pero no me deja mandarte MD’s jaja. Tengo 21 años, una vida clásica de estudiante de la UBA estresado que vive saliendo con sus amigos pero con un pequeño detalle oculto: tengo todas las semanas (en general estando solo o en lugares con gente que no conozco) ataques de pánico y NUNCA se lo conté a NADIE. Me identifiqué en absolutamente toda la nota. La paso mal. Y nada me vendría mejor que un amigo apoyandome y viniendo a sacarme de la crisis. La sola presencia de amigos es mi clonazepam.
Está genial que hablemos de esto. Cuando tuve mi primero en el 2015 NO ENTENDÍA QUE ME PASABA. Me di un baño de imersión. Pensé en ir solo a un hospital cual psiquiatrico (sin saber ni donde estaba mi tarjeta de OSDE). No entendía si era miedo a algo.
Hace muy bien leer a otros con lo mismo, posta.
Excelente relato! Nadie q no haya padecido un problema psiquiátrico puede, percibir siquiera lo q se siente. Valiente el contarlo. Mis respetos
Me pasó y se me pasó, después cinco años y de pagarle tres viajes a Europa a mi psicoanalista. Seguile apostando a la esperanza del que espera, que cuando finalmente pasa te das cuenta de que la vida es una locura, pero de las buenas.
Abrazos inmensos para vos y para todos los que están en esa.
Tengo una hija de 16 años diagnosticada con depresión mayor. Y, por supuesto, ataques de ansiedad cada tanto. Por suerte cada vez más espaciados. Es desesperante, lo peor son los comentarios “decile q haga deportes” “tampoco ayuda q esté todo el día en la cama” a ver amigo SE QUIERE MATAR, NO TIENE GANAS DE VIVIR. La medicación y la terapia la ayudaron un montón, pero la va a acompañar toda la vida
Valiente decirlo y creería que te va a ayudar mucho, abrazo grande Nicolás
Al TOC lo tengo desde el 2000 y algo,me he tratado con psiquiatras de Tucumán,de Sgo, tuve que pedir licencia en el trabajo,que se yo,mil.quilombos y lo peor es que no.me he curado de todo,rivotril,Alplax valían y lexotanil,todo 2mg,vivía y aun vivo porque sigo tomando,todo el día estúpido,ya no se que hacer,ahora me han jubilado y no se si es bueno o malo,me siento.desplazado a veces,cada tanto.me vuelve los pánicos de mierda y el.miedo,cada uno.que muere quiero saber «de quede murió,que edad teníais era mayor que yo,en fin,todo eso.me cuesta un dándote de guita en remedio y no gano.lo suficiente para bañarme..estoy pensando.en pasar a usar otras alternativas medicinales,más terrenales y no tan químicas….Acepto sugerencias!
Es reconfortante es leer a alguien que pasó por lo mismo (o bastante parecido).
Así nos sentimos menos solos!
Abrazos vos y a todos los que lo padecen, y espero que algún día superemos esto definitivamente!
Qué sabias palabras, nadie que no lo haya padecido puede hablar del tema, pero la gente juzga. En mi caso convivo con mi TAG desde hace años. Soy Master en sobreadaptación, soy una profesional con demasiadas responsabilidades a cargo y nadie lo sabe ni se da cuenta; (ni siquiera mi familia), si siento que no doy más y mi cabeza está a 100000, encerrada en mi oficina me clavo una pastillita. Los peores momentos ya pasaron, desde la primera vez supe qué era, y busqué ayuda. Pero a no contarlo, la estigmatización y las etiquetas que te pone la sociedad son de terror.
Ufff…muchas cosas, al leerte, fue verme al espejo.
En general, soy de las personas que a todo lo enfoca desde el humor; ésto me llevó más tiempo, obviamente.
Es tan grande el prejuicio con la Salud Mental que hay que tener un entorno realmente open mind para atravesarlo lo mejor posible.
En 2012 reuní a mis compañeras de oficina y hablé sin tapujos, aunque no sin lágrimas. Noté la incomodidad de la mayoría; pero les dejé en claro que iba a haber días de calma, otros de verborragia (Así reacciono frente a la ansiedad.). Otros, de SILENCIO, rarísimo en mí, y así se sucederían los días, sin saber cuál tocaba cuándo. La familia en general, ni fu, ni fa. Madre relativiza porque lo suyo fue, es y será lo más terrible del mundo. Tías amorosas, mucho no entienden pero escuchan y acompañan. Amigas, la de fierro, mi «SOS».
El primer Psiquiatra fue una maravilla, sentí que era lo mejor que me había pasado: cada palabra suya era un bálsamo para mi cerebro atormentado y sorprendido. Me medicó, por supuesto y retomé Terapia. Ya van tres psicólogas y no engancho con ninguna,
Ergo: Me angustio.
Como si no basarse, el Psiquiatra se fue a vivir al exterior y el actual es un expendedor de recetas.
Claramente, empecé a buscar nuevo equipo terapéutico.
Oia, se me pasó volando la hora en ti consultorio! Jaja.
Gracias por compartir la experiencia.
Abrazo virtual fuerte.
Me asustaste Don Relato, (yo te sigo llamando asi a pesar que te doblo en edad), che en serio avisame por que calle andas asi me cruzo de vereda… bue te resumo yo con el primer «Pannic attack» me tome el 1301 de Aerolineas Argentinas y me fui a Nueva York, a ver a mi cuñado, me quede tres meses, Santo remedio, me quede solo con mi locura, me reencontré con gente que casi no se acordaba de mi cara, asi hice terapia de shock compulsiva, sea porque nadie me registraba y los que lo hacían me miraban raro porque mi ingles era difícil de entender y de esa forma como que me fui conformando con la situación y me enderece.
Locos habemus, corazones no sabemus.
Abrazo
❤
Además, escribís muy bien. Te leo a menudo y no falla: realmente lo hacés muymuy bien. Y gracias por compartir.
5 años ya con ansiedad y depresión. De alguna manera que muchos acá podrán entender, aprendí a vivir con esta condición, enriquecerme de ella y reírme de ella cuando puedo. Un abrazo Nicolas, nunca estás solo.
Sin duda habrá sido tu post mas difícil de escribir Nico, y en lo personal valoro muchísimo que lo hayas compartido con todos nosotros que te seguimos desde hace tanto tiempo.
Un fuerte abrazo!
Abrazo grande, Nicolás. Y no estás solo en esto. Todos también hemos pasado o pasamos por algo así.
Empecé con ataques de pánico cuándo me di cuenta (no en forma conciente) que estaba literalmente tirando mi vida al pozo de los mandatos: buena madre, exitosa profesional, excelente esposa y flaca ! Tuve que dejar de trabajar y con mucha terapia y medicación empezar a buscar mi sentido de la vida que había perdido. Tengo 2 hijos y no estaba bueno cuando me pasaba delante de ellos. Hace tiempo que no tengo uno pero aprendí que ahí están agazapados.
Me identifico con muchas cosas, a veces es bueno saber que hay gente que pasa por las mismas para no sentirte sólo. Con TAG hace más de 4 años y a punto de abandonar la medicación y estable… y pum! una recaída.
Lo único bueno de todo es que tengo algunas herramientas que me sirvieron para salir adelante y sé que la puedo sacar adelante.
A seguir en la lucha diaria.
Saludos y Suerte
Excelente descripción. Exactamente como se vive y se siente. Hracias por hablar de esto.
Quiero ese libro !!! Dos años con ansiedad ! Leí el artículo reí lloré y terminé llorando y riendo ! Aplausos de pie !
Muuuuy buena descripción de lo que es un verdadero ataque de pánico!!! Se está usufructuando esta síndrome de forma irregular. Soy madre y una de mis hijas lo padecio. Tuve que informarme mucho al respecto, a pesR de ser sicóloga en desuso como me autodenomino. Tuve que pelear con la terapeuta cuando me cerró el cuadro. Por suerte tuvo buena evolución. Y par mi fue una revelación. Suerte!
Hola Nicolás. Empecé leyendo y enseguida me dí cuenta que tuviste ataque de pánico. Tuve el «privilegio» de haber visto por primera vez uno en mi mamá, y que luego ella se enterase por su psiquiatra de qué se trataba y como actuar en el momento, y me lo comunicó a mí. Luego de ello, lo identifiqué en personas justo en el momento que les estaba pasando y sin que ellos mismos supieran que les estaba pasando (una amiga, mi mujer, entre otros). Es una cagada y lo único que ayuda es, como decís, tener alguien que te auxilie y el rivotril sublingual. Abrazo.
Hola voy a compartir mi experiencia
Tuve depresión dedicada 5 años
Y no se me pasaba hasta q accidentalmente. Encontré la terapia conictiba de Aaron Beck y Albert Ellis con eso y trabajando esa terapia debe la medicación progresivamente
Porq medicarse si resolver los problemas de raíz es al pedo
Tiene q haber cambios en nuestras conductas y más q nada en nuestros pensamientos
José Luis… Me gustaría saber donde te te tratas con esa terapia poruqe la he estado buscando mucho tiempo. Gracias!!
«la cabeza nos juega en contra». Esa es exactamente la definición. Sentía q era una lucha entre yo y mi cerebro. Con el agravante q no podía medicarme. Nunca leí una nota mejor, más clara y más cierta. Al final pasa, pero es una pesadilla q no te olvidas nunca
♥️
Es una enfermedad crónica hay que bancarse y tener la suerte de que Te banquen. Lo que no entiendo es que haya gente que se ríe de otros con este problema y Lo banalizan en una obra de teatro
segun la OMS la depresion es la enfermedad mas discapacitante en la actulidad. Pero salvo que lo hables con alguien que lo padece o padecio, absolutamente nadie te va a entender
Que alguien te entienda lo revierte? Porque yo he hablado con muchos, profesionales o no y todos pifian. Que te entiendan no soluciona nada.
Te mando un abrazo. Yo tengo la misma enfermedad, a mí me tomo de sorpresa en el 2001, cuando esperaba mi primer hijo. Tiempo después me limpiaron del trabajo. El estigma de loquito es difícil de perder. Lo positivo hoy después de 17 años (si, puedo escribir 17!!!!) aprendí a convivir con la enfermedad y la tengo bastante controlada. Tengo un gran médico que me deja entrever que en algún momento el desorden químico cerebral que tengo se puede revertir, la esperanza esta, así que voy tras ella.
A tu disposición para lo que necesites. Abrazo grande
Lo loco de todo esto es que en la mitad del episodio, se te pianta la cadena y todo se potencia.
Al principio es difícil darse cuenta. Con más cancha ya se maneja mejor.
Gracias por el reflejo y por compartirlo Nico.