Me gustan las teorías conspirativas. Amo cuando encontramos vinculaciones entre una Cruz de Malta en Chipre y un paquete de yerba. Puedo pasarme horas enteras con teorías falopa de las cuales mi favorita, durante mucho tiempo, fue que Anastasia Nikoláyevna

Hace poco me preguntaron qué me daba seguridad. “Un guardaespaldas” habría sido una salida práctica y veloz. Al menos eso creí cuando mi interlocutor me requirió una respuesta humana. O eso comprendí cuando me pidió que no sea un pelotudo.

Los números redondos, se sabe, obligan a repensar algunos hechos. Nadie tiene ganas de leer una nota que diga “se cumplen nueve años” de nada. Tampoco once. Diez, en cambio, es un numerazo. Cuando tomé conciencia de que entrar a

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Odio los panegíricos automáticos. No entiendo a los que pueden manifestar un dolor de forma inmediata. No entiendo a aquellos que frente a algo que, aparentemente, les duele, lo primero en lo que piensan es en cómo cuantificar el engagement