Cuestión de Fe

Con los papeles de Chávez en orden, finalmente dejaron que pasara a la eternidad. Habrían querido hacer la sucesión en vida, pero no fue nada que no pudiera resolverse con un poco de misterio y el precioso timing de Nicolás Maduro. Entiendo que no creyeran que fuera a palmar, si se atendió en un país con una medicina tan de avanzada que los médicos ni siquiera piden dinero y se conforman con un frasco de champú y otro de crema enjuague. La minimizaron, se les fue de la mano, no midieron que la mortalidad del cáncer no se puede frenar por decreto. Si al menos hubieran tenido la viveza de traerlo al comandante a hacerse atender en el hospital del Opus Dei, quizás otra sería la historia. 

El tema es que creyeron que el socialismo conservador progrecapitalista de amigos es muy bueno para el diagnóstico. El cáncer no es para presidentes, que son tipos sanos, activos, aeróbicos y, sobre todo, superhumanos, incapaces de padecer enfermedades mundanas. Por eso a Chávez le inocularon un cáncer y Néstor se murió de tanta pasión que llevaba dentro. No palmó  por llevar tres décadas de Criadores, Particulares 30 y el cerdo afrodisíaco que le enchufaba Cristina, sino que pasó a la eternidad por amor a nosotros. 
Esa capacidad que tienen los revolucionarios del Yatch Club para llevar a cabo la lucha, la aplican en todo y, como corresponde, atrasan todo lo posible. La diabetes, de pronto, dejó de ser una enfermedad para combatir desde la medicina, para convertirse en un ícono burgués. Así, mágicamente, la Presi sostuvo que la gente tiene problemas para procesar la glucosa porque son ricachones sedentarios. Cris podría haberle preguntado previamente a Julio De Vido -diabético estrella de la gestión- qué opinaba sobre estos temas, pero el Ministro de Planificación estaba ocupado en otros menesteres, como frenar la acusación de coimero por parte de la minería brasileña Vale y ver cómo hacía para conformar a medio millar de desempleados con un plan cooperativa, un decodificador de televisión digital, o entradas para Tecnópolis.  
Mientras esperamos que nos confirmen que el Sida es una enfermedad de putos y aguardamos el resultado de la Comisión por la Verdad creada para saber los alcances del Mal de Ojo, ya podríamos asegurar que la tuberculosis y la desnutrición no son enfermedades bien de pobres, sino conductas golpistas llevadas a cabo por cipayos vendepatrias que son capaces de comer tierra con tal de no sumarse al modelo nacional y popular de crecimiento con inclusión social e impresión de billetes. Hay que ser de mente amplia, dado que podríamos encontrar que el Trastorno Narcisista de la Personalidad provoca que un individuo sobreactúe su propia valoración, deseando el aplauso del mundo para poder contrarrestar una inexistente autoestima, y no por ello vamos a decir que a nuestra Excelentísima Señora Presidente de todos y todas los argentinos y argentinas, se le escaparon todos los titulares, los suplentes, el cuerpo técnico, el utilero, el masajista y el aguatero. Es todo una cuestión de perspectiva: a algunos les exigen un apto psicofísico para manejar un camión y a otros no les piden ni el calendario de vacunación para manejar los destinos de un país. 
Así, entre tanto ejercicio no convencional de la medicina, a la Presi se le pasó la tarde hablando de las dietas y costumbres de los indígenas, para luego afirmar que inaugurará el salón Pueblos Originarios, en el que nos explicarán «esas cosas que no nos contaron, porque para colonizar hay que convencer al colonizado de que no sirve para nada». Es bueno saber que tendemos una Presidente descendiente de pueblos originarios con apellidos de origen alemán, español y croata, y que en homenaje a nuestros ancestros desaparecidos, contaremos con un salón que los homenajee. De última, si no funca, puede servir de refugio para los escasos Qom que quedan con vida. 
Fueron muchos días de silencio y Cristina quiso recuperar el tiempo perdido. Para el día de ayer tenía planeada una aparición en Tecnópolis y, como mucha bola no le daban, ordenó al lacayo que negrea haciéndolo twittear hasta los sábados por la tarde, para que se ponga a tirar gansadas sobre la Televisión Digital Terrestre y otras cosas que importaban mucho, mientras el resto estábamos pendientes -por convicción religiosa, por masoquismo o, tan sólo, por mera curiosidad- de quién era el nuevo Papa. Y si había algo que le faltaba a Cristina en estas semanas de congelamiento de precios, carencia de divisas y puebladas, era que el nuevo Papa sea argentino.
No hubo tiempo de armar un plan de Megaviviendas en los galpones que dejaron abandonados los de la minera brasileña, y De Vido no puso mucha voluntad, aún herido porque Cristina lo tildó de diabético, gordo, ricachón y sedentario. Así fue que el discurso se centró en lo que ya había: dos gasoductos, una antena de televisión, una cámara para hortalizas y un puñado de subsidios para Neuquén. Por si fuera poco, nos contó que en Pehuajó se inauguró un barrio llamado Hugo Chávez Frías. Mientras algunos distraídos se preguntaban si habría que pagar peaje al entrar por la calle Kirchner al barrio Chávez, la Presi hablaba de lo importante que es ganarse el pan con el esfuerzo del trabajo, sin que nadie te regale nada. Y lo hacía con la autoridad que le dan sus millones de dólares ganados con el sudor de las ejecuciones hipotecarias, refregando conceptos de esfuerzo igual a progreso a un auditorio en el que el 100% vive directa o indirectamente de la dádiva del Estado.

Como no podía ser menos, la Arquitecta Egipcia, Exitosa Abogada, Capitana de los Siete Mares y Hada Madrina de los Gnomos de la Patagonia, nos sorprendió nuevamente al hablar de pobreza y misión pastoral, como si fuera Santa Clara de Asís, pero sin haber dejado los lujos ni haber salido a caminar por los barrios marginales. De este modo, dirigiéndose al flamante Papa Francisco -al cual ninguneó, boludeó y dejó plantado mil veces- dijo que este gobierno siempre optó por los que menos tienen, y eso es lo que sus presuntos enemigos -incluyamos al Papa- no le perdonan. Toda una declaración de bienvenida.

Los silbidos de la monada no se hicieron esperar y la réplica de los mismos llegó a las redes sociales, donde se difundió una foto en la que un supuesto Bergoglio le daba la comunión a Jorge Rafael Videla. Llegué a pensar que El Curioso Caso de Benjamin Button se inspiró en el nuevo Papa, dado que está más joven ahora, con 76 años, que a los 38, cuando habría sido tomada esa foto. Luego de caer en que, en realidad, el de la foto era el Capellán Militar de aquel entonces, arribé a la conclusión de que los talibanes kirchneristas tienen disociado el concepto tiempo-espacio y que, probablemente, sea real que crean que la dictadura terminó en 2003.
En lo personal, me siento extraño ante la novedad eclesiástica. Como toda persona, tengo mis contradicciones y, sin embargo, nunca abandoné mis creencias. Hice la primaria en un colegio de la Compañía de Jesús y la secundaria en una institución lasallana, por lo que recibí una educación católica bastante laica en comparación al resto. Desde chico, las labores de catecismo no pasaban por aprender el cancionero, sino que pisábamos el barro, recorríamos villas, atendíamos comedores comunitarios y, cuando no
s dio el cuero, marchamos a la frontera más olvidada del país, no a evangelizar, sino a llevar alimentos, juguetes y nuestro tiempo para compartir. 
Mis contradicciones son personales, no de Fe. Estoy a favor del matrimonio homosexual y, además, soy divorciado. Soy consciente de las complicaciones que esto último me acarrearía si fuera una persona que practica sus creencias entre cuatro paredes, haciendo flexiones de piernas en cada misa. Sin embargo, me la banco sin rencores. Habiendo hecho esta aclaración, prosigo: pensé que la Iglesia ya no tenía nada con qué sorprenderme, hasta la tarde de ayer. 
Todos los que putean a Bergoglio sin saber quién es, deberían llamarse a silencio antes de demostrar que ven sus vidas en base a la cartelera pastoral del Gobierno, publicada en Página/12, Tiempo Argentino, Revista Veintitrés, y demás medios de la pluralidad de voces. Nadie en la historia del catolicismo llegó tan alto habiendo realizado su carrera en la calle, entre la gente, viajando en transporte público, pateando las villas, y molestando al propio poder eclesiástico con sus declaraciones, llegando a llamar hipócritas a quienes negaban el bautismo a hijos extramatrimoniales y de padres solteros. Y en este lado del mundo, no hubo nadie con poder eclesiástico que le diera tanta bola a la labor con los pobres, no sólo en evangelización, sino en contención social. Los datos con los que Bergoglio contó siempre, no los proporcionaba el Indec, sino la Vicaría que él mismo creó y de la cual se nutrieron las oficinas públicas para llevar a cabo las primeras tareas de contención de la pobreza. 
Obviamente, molesta. Que un Peronista de Guardia de Hierro venga a contarle las costillas a los Peronistas de Puerto Madero, molesta y mucho. Que lo haga desde la autoridad de poder hablar de los pobres, porque los conoce y no porque los ve en los actos aplaudiendo, molesta. Que pueda hablar de austeridad porque vivió sin lujos, mientras otros hablan de miseria desde un hotel cinco estrellas que aún nadie pudo justificar, jode. 
El anticlericalismo es mayormente urbano. En el interior de las provincias, la gente tiene cosas más importantes para preocuparse que por la Inquisición de hace un par de siglos, o por la pasión pederasta de varios sacerdotes. Al ateo intelectualizado, lo respeto y mucho. Hay que tener coraje para llevar una vida con la certeza de que nada nos espera después. De lo único que estoy convencido es que nadie vive sin dioses. Algunos tienen Fe en un ser superior y desconocido, otros en su intelecto, otros tantos en lo que hacen, pero todos se rigen por los parámetros impuestos por su educación, experiencia y formación de vida. 

Cada uno tiene sus motivos -más que valederos y respetables, la mayoría de ellos- para desconfiar de la conducción eclesiástica. Lo que me hace mear de risa es el fundamentalista religioso antireligión. Es el inquisidor de nuestros tiempos, el que sería capaz de batirte ante el tribunal por el sólo hecho de creer en algo distinto a lo que él cree. No dista mucho del fanático kirchnerista, talibán fundamentalista que desprecia a la Iglesia por misógina y conservadora, mientras defiende un pacto con una teocracia islámica. Son iguales que las viejas chupacirios que salen de la Iglesia al mediodía mandando a laburar a la mina que les pide una moneda, y putean al que se opone al testamento de Néstor, a las escrituras de Santa Cristina de Tolosa y a la obra evangelizadora de los apóstoles camporistas, financiados por el diezmo compulsivo de los que creen y de los que no. Así andan por la vida llamando gorilas a simples laburantes y cipayos a los que no creen en su doctrina, la cual ya ni cuestionan, dado que ello llevaría a no poder justificar muchas cosas. En cambio, aceptarla como un dogma, relaja y mucho. Cualquier cosa se justifica en la medida de que Cristina dice que así lo dijo Él. 

Creen en la farsa política más grande que pueda haber, pero desprecian por farsa la creencia religiosa de miles de millones, exigiéndole al Papa lo que no le exigen a su propia Papisa: austeridad antes de hablar de pobreza. Ahí tienen un Papa austero. Lo que vaya a hacer de ahora en más, nadie lo sabe, pero no por eso vamos a negarle a buena parte de la humanidad la esperanza de creer en un cambio. Todo se reduce a una cuestión de Fe, como llegar a fin de mes o soñar con la casa propia sin esperar a heredarla. Y es que en los últimos diez años vimos más cambios en el Vaticano que en la Rosada, lo cual no es poco.

Jueves. Tenemos un Papa Peronista de Perón. Si el Pocho nos viera…

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