Señor Juez

Entiendo que jamás pudimos dimensionar la patología del adversario, pero convengamos que siempre dieron señales de que esto no daba para más y a las pruebas me remito, Su Señoría: Un gobernador petrolero, privatista, menemista y fan confeso de Cavallo se convierte junto a Palito Ortega y Carlos Ruckauf en uno de los principales soportes de la campaña presidencial de Duhalde en 1999, tres años después es el elegido por el exbañero cumpliendo el interinato presidencial y arma un gabinete que conserva a sus principales figuras, a las que añadió prohombres del progresismo, como el chupacirios del Opus Dei Gustavo Béliz. Este tipo es el que, ahora dicen, «vino a proponernos un sueño». 
Notará, Señor Juez, que le he puesto buena voluntad, incluso cuando me dijeron que Kirchner vino a diferenciarse de todos los demás en base a su política de no represión de la protesta social. Como soy un tipo que le gusta creer en las cosas con fundamentos, les pedí permiso para utilizar la memoria de la que han reclamado la propiedad intelectual, y me puse a bucear en mis recuerdos y encontré algunos sucesos que hablan del sentimiento pacifista del exvivo expresidente, como la represión amorosa en la legislatura porteña, donde los manifestantes la pasaron bomba lacrimógena. O cómo olvidar su manera de traer armonía al conflicto por el asesinato de Kosteki y Santillán, acaecido unos meses antes de asumir su mandato. En aquel entonces es recordada su actitud de consolar al Gobernador Solá, que andaba deprimido por que dos manifestantes cabecearon balas bonaerenses con la nuca. Si bien es cierto que Sobisch perdió la gobernación, la carrera y los bigotes por un hecho similar, no se puede culpar al exvivo exkirchner por no actuar del mismo modo, dado que Neuquén queda lejos y los docentes del sur son extraterrestres, como los de Santa Cruz, que encima practican el deporte de tirarse bajo las ruedas de los autos oficiales.
No todas fueron pálidas en este camino, debo reconocer. Hace poco encontré unos diarios viejos en casa y noté qué tan triste era la vida previa a la ley de medios y lo necesaria que resultó la misma para descomprimir el discurso homogéneo. Calculo que coincidirá conmigo, V.S. que nunca en la historia se había visto coincidir a Clarín y Página/12, como tampoco nos habríamos imaginado en otras épocas a un Presidente que no tuviera problemas en cenar indistintamente con Horacio Verbitsky o Héctor Magnetto. Gracias a la estoica actitud oficial, conseguimos que todo cambie y que los periodistas que antes eran oficialistas en Canal 13, ahora lo sean pero en Canal 7, con aquel breve impasse en el que vimos sufrir hasta las lágrimas a Diego Gvirtz por tener que ser opositor al gobierno Nacional y Popular. Ante este panorama concentrador de medios mediante el cual Clarín hace de las suyas a través de un diario, dos radios, un canal de noticias y otro de televisión abierta, no puedo más que sentirme aliviado por ese granito de arena que sumó el altruista compañerazo Cristóbal López al efectuar una oferta que Daniel Hadad no pudo rechazar. De este modo, sumó tres pequeñas radios, un pequeño canal de actualidad y un pequeño sitio de noticias a esta humilde trinchera de resistencia donde ya estaban la Revista 23, el diario Tiempo Argentino, el menú de rotisería El Argentino, la revista escolar Democracia, la televisión pública, el siempre difícil de leer Crónica, su versión histriónica televisiva, el Canal 9, los siempre fieles al poder de turno de los muchachos de Telefé, América TV, América Noticias, CN23, la Newsweek y el hitazo de ventas entre los más humildes, Página/12. 
No digo que no lo haya intentado. Juro que traté, Vuestra Señoría, de poner lo mejor de mí. Lo juro, como aquella vez en que intenté conseguir un kilo de caseritos a 2,50 y el panadero se me cagó de risa mal. También puedo mencionarle la ocasión en que fui a tramitar un préstamo hipotecario y me dijeron que para calificar al crédito, debía demostrar que no lo necesitaba y recién ahí me darían lo suficiente para comprar un monoambiente en Villa Culo, cuya deuda cancelaría después de pagarla tres veces y media, justo cuando ya pueda entrar en la sucesión de los hijos que no tendré, porque no me entran. Ni le cuento la oportunidad en que acompañé a un amigo a sacar su préstamo del Plan Hipotecario para Inquilinos –espero que lo recuerde, Señor Juez- para el cual presentó con esperanza su recibo de alquiler de un tres ambientes en Almagro y le ofrecieron veintinueve mil pesos en concepto del 75% de un inmueble. Pobre Fernando, espero que Dios lo tenga en la gloria.
Esto me hizo acordar, doctor, que en una oportunidad me hice eco de las palabras de la Presi y, a pesar de las experiencias previas, decidí apostar nuevamente por mí país y me dirigí a una concesionaria donde presenté mi recibo de sueldo y exigí que me entregaran un cero kilómetro que costara ocho de mis salarios. Si bien costó explicarle al joven vendedor que no llevaba ninguna cámara oculta, debo confesar que peor me fue al intentar explicarle al Subinspector Gutiérrez cuál era mi única y honesta intención.
Le puse garra, Señor Juez, Dios sabe que lo hice. Mis amigos socialistas de sobaco ilustrado y mis amigas progresistas de la corriente Paula Cahen D´Anvers podrían dar fe de lo que sufría cuando juraban no votar jamás al fascista partido justicialista. Lástima que no tengan tiempo ni ganas de declarar desde que dejaron de hablar conmigo por ser un gorila fascista que no le cabe el gobierno Nacional y Popular de la compañera Cristina. Es curioso, Su Señoría, pero aunque es notable el cambio de ideología de estas examistades mías, jamás cambiaron la escencia: por no creer en su versión de La Historia Sin Fin, nunca dejé de ser un fascista.
Nadie puede negar que me he comportado como un optimista del fracaso frente a las vicisitudes que me han tocado en suerte. Sin ir más lejos, cuando dos triunfadores del modelo me atacaron con una botella rota, a las pocas semanas ya pude reprimir y contener mis ganas de rociar selectivamente con napalm algunos sectores del conurbano. Cabe destacar, Su Señoría, que en esa ocasión se dio un hecho tan frecuente como anormal. Independientemente de los conformistas que me recordaban que tenía que agradecer a Juan Fumapaco y Pedro Poxirán por haberme dejado con vida, aparecieron los culposos que todos tenemos en nuestro círculo íntimo a enojarse por mi enojo, refregándome en la cara que sufrí lo que sufrí por mi culpa, por ostentar frente a los marginados sociales que fueron expulsados del sistema por personas como yo, a pesar que el gobierno que ellos votaron va por la tercera ronda. Es menester dejar en claro que no pude más que sentirme confundido al ser esas mismas personas las que me refieren que como ostento, me va bien y se lo debo al gobierno, como si llegar a fin de mes cortando clavos con el upite sea sinónimo de grandeza económica, como si comprar un LED en cuotas me obligara a rendir honores al mismo gobierno que subsiste gracias al 50% de mis ingresos anuales. Perdón que resulte insistente, doctor, pero nunca entendí por qué soy un boludo al que le roban por ostentar y al mismo tiempo un avergonzado consumidor que oculta su bonanza para no darle la razón al gobierno.
No sé si se habrá enterado, V.S, que la nueva forma de
calificar a la clase media que no adhiere al gobierno, consiste en apelar al vocablo «rata». Así es que ahora me entero que soy una «rata» por no darle mi adhesión al gobierno Nacional y Popular. Me desconcierta tanta incoherencia, Señor Juez. ¿Cómo es que utilizan mi dinero para pagar una propaganda en la que me califican de amarrete? Con lo que me sacan compulsivamente en impuestos retrógrados e injustos no me han dado la opción de ser tacaño. Sin embargo, un curioso mecanismo de sinapsis les hace suponer que tengo que estar agradecido por sobrevivir a pesar de ellos. 
Tendría que ver, Señor Juez, la onda que le puse el viernes pasado para ver el acto que brindó Cristina en Vélez. El motivo, aun no lo sé. En teoría, tendría que haber sido con motivo del día del trabajador, aunque los afiches que convocaban me desconcertaron mucho. La JP Evita llamó a defender la soberanía, el Movimiento Peronismo Militante -que metió la asombrosa cifra de 230 personas- afirmaba que el acto era por el aniversario del primer paro general hecho contra la última dictadura militar, mientras que La Cámpora se dividió entre los afiches con un dibujito de Néstor que rezaba «vino a proponernos un sueño» y otro que nos avisaba de la nueva venida del mesías. Canal 7 tampoco ayudó mucho y, mientras hablaba Cris, dijeron que el acto era por lo noveno aniversario del triunfo de Néstor, luego afirmaron que era en el marco de la nacionalización de YPF. Sentado en un bar traté de pensar de qué iba todo, hasta que caí en porqué nunca celebran el 1° de Mayo: todavía les duele, Su Señoría, treinta y ocho años después, les duele. Para ellos, el 1° de Mayo es el Día del Imberbe.
Yo pensé que sería todo más sencillo. No digo que me regalaran nada, pero al menos que me permitieran el disenso. No hubo caso. Ellos que dicen tener el humor a flor de piel, se indignan cuando nos reímos. La Presi dijo que hace bien reirse de los defectos. Yo le hice caso y me recontra meo de la risa de ella, del look Forrest Gump de Abal Medina Jr, de la onda a naftalina de Nilda Garré, de los cuarentones autodenominados jóvenes, forrados en guita, neoliberales procesistas conversos vitoreados por pelmazos que no ven a un pobre ni aunque se tropiecen con una familia entera en Yrigoyen y Entre Ríos y por jovatos que están de vuelta de nada, porque nunca fueron a ningún lado y hoy pretenden contarnos cómo resistieron a la dictadura desde la pista de Pinar de Rocha o de Kokeshi.
Así estoy, Su Señoría. Pensé que sería más fácil que centro de Sosa-gol de Boyé, pero no hay caso. Esta noche me la pasaré viendo un compilado de discursos de nuestra Presidente a modo de experimento extremo. Si sale bien el proceso de acristinización, me convertiré en un integrante más de la orquesta del Titanic, festejando como un pelotudo alegre mientras los pobres se ahogan y los responsables se salvan, pero feliz de reivindicar la causa Malvinas y de ningunear a los veteranos, de celebrar la políticas comerciales mientras seco la yerba al sol, de ponderar la unidad y el sentimiento fraternal mientras puteo a el resto del país. 
Sé que es una prueba difícil y arriesgada. Si esta carta llega a sus manos, es que el experimento no dio resultado y me estallaron los testículos. Pido que se me recuerde como lo que fui: un blogger con tetas. Dígale a mi hijo que lo quiero mucho y, a mi señora, que me olvidé de pagar la tarjeta.
Sin otro particular, me despido. Dios guarde a V.S.
Martes. 1° de mayo 1974-2012. Feliz Día del imberbe. 

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