Entre todas las enseñanzas que nos inculcaron los tipos más controvertidos de Argentina, el «Todo Pasa» grabado en el anillo de Julio Grondona es, quizás, uno de nuestros mayores castigos. Él lo tiene en un anillo para recordarse que no recordamos, para recordarnos que no recordamos, que todo pasa. El escándalo de ayer, hoy nos parece una fiesta de infantes con pelotero y animadoras, frente al nuevo suceso que nos indigna y que mañana, tal vez pasado, sea recordado como una picardía al lado de otro hecho que nos indigne. La indignación, por su parte, crece y decrece de un modo inversamente proporcional a la gravedad de los hechos. Más bochornoso es lo de hoy, menos nos calienta, y así.
El jueves pasado, con motivo del tratamiento en la Cámara de Senadores de la expropiación de la Calcográfica Ciccone, me senté a degustar los discursos de los legisladores. Fue una orgía en la que los oficialistas jugaban a las víctimas y los opositores se creían grosos del universo, mientras brindaban un espectáculo tan flojo como la defensa de Boquita. Debo reconocer que Aníbal Fernández descolocó a todos cuando, al borde de las lágrimas, confesó que él también formó parte de la depredación de la Casa de la Moneda. Esto se debió a un Decreto firmado por el expresidente Duhalde y que llevó, también, la rúbrica del entonces ministro de la Producción, o sea, Anibaúl. Pobre Senador, juro que daban ganas de abrazarlo y hacerle subundrule en el bigote para consolarlo. Fernández es de tomarse un tiempo prudencial para sacar afuera el dolor: recién en 2009 puteó a Menem y en 2012 acusó a Duhalde. A este ritmo, para el 2025 podrá decir que desde el kirchnerismo le secuestraron un bonsai para obligarlo a integrar la secta del Néstor de los Últimos Días.
Luego de las no explicaciones del Senador Fernández sobre el porqué nos desvolvería la soberaenía monetaria la expropiación de una imprenta de la que ni sus dueños se quejan, el resto fue aburrido. Hasta que llegó Sanz. El ídolo de los niños se mostró indignado por todo este tema, aunque manifestó no estar en contra de la expropiación, sino en contra de la «ausencia de verdad.» Este es un criterio tan copado que uno sospecha que, en caso de encontrarse con su señora encamada con el mediocampo de Deportivo Italiano, Sanz se enojaría por desconocer los nombres de quienes están practicándole una rectificación lumbar a su señora esposa. Entre el humor de Sanz y el Stand-up de Luis Juez, no hubo tiempo para relajarse. El senador cordobés avisó que también estaba en contra de todo, pero que votaba a favor. A esa altura, Boudou ya estaba cansado de sonreír permanentemente -movilizar 17 músculos durante diez horas, no es fácil- y abandonó el recinto por unos instantes, no sin antes instruir a sus asesores para que lo despierten a la hora de la votación, o antes, si es que pintaba algo divertido. No pasó: le cedieron la palabra a Giustiniani.
A su regreso, Boudou no tuvo tiempo de lavarse la cara que ya estaba el Senador Pichetto dando clases de ética política francesa. «No pedimos inmunidad para los funcionarios, sólo inmunidad hasta que terminen sus funciones», dijo el Isidoro Cañones de la cámara alta, para luego recordar que en Francia, Boudou no habría sido acusado de nada. Uno considera que poner como ejemplo un país en el que en una mala noche, te prenden fuego todos los autos del centro parisino, es un poco fuerte. Asimismo, considero que fue prudente tomar el ejemplo de Francia y no el de Japón, dado que no estamos en condiciones de tolerar una ola de suicidios honorables que diezmen nuestra población.
Ofuscado, luego de criticar la pesada herencia recibida de gobiernos anteriores -nueve años después- redondeó al afirmar que prefería no meterse con la Alianza para no tener que extender aún más su discurso. Mientras Juan Manuel Abal Medina, Majo Lubertino, Diana Conti, Nilda Garré, Eugenio Zaffaroni y Martín Sabbatella -entre otros prohombres que la miraban por TV- respiraban aliviados, Pichetto cerro su discurso con carita de puchero y agradeció a Boudou por el coraje demostrado al presidir la sesión de la Cámara. Finalmente, con cuarenta y cuatro votos en contra y veinte a favor, el oficialismo obtuvo lo que buscaba y todo pasó a Diputados, donde la historia fue mucho más breve y aburrido. La excepción fue el discurso de Pino Solanas, quien con la chata incorporada, se enojó y no sabemos con quién, para luego afirmar, entre gases y babeos, «con esto se acaba la mafia.» De este modo, anoche ya teníamos a Ciccone y sus impresoras bajo la salvaguarda del Estado, garantizando de este modo la soberanía testaferra.
La Presi, totalmente en otra, hizo un acto por un llamado a licitación de una obra que anunció -acto mediante- en abril de este año y que ya había anunciado -también con sus respectivos actos- en otras oportunidades. El discurso, como era de esperar, fue casi calcado del que brindó en abril, con algunas diferencias: otra vez avanzó con el cuentito de los megavatios que se tiran al mar y la cantidad de plata que nos ahorraríamos en gasoil al usar energía hidroeléctrica. Asimismo, agregó un par de anécdotas mal contadas, recordó a Néstor a un promedio de una velocidad de 160 néstores por hora y otra vez se olvidó de explicar si el motivo del encarecimiento de la obra nunca terminada, se debe a que ahora se llama represa Néstor Kirchner.
Más tarde le rindió homenaje a Cacho El Kadri por haber sido el primer kirchnerista de la historia, aunque nunca se haya enterado. Cristina habló más de Néstor y sus ideales, que de las circunstancias personales del homenajeado, y hasta recordó ante los deudos de un tipo que se comió cana y tortura por quilombero, guerrillero y rebelde, que Néstor estuvo en la Plaza de Mayo en 1973 «cantando consignas.» No vaya a ser cosa que la gente se olvide que él también fue un valiente. Para terminar el homenaje a Néstor del que dejaron participar a la familia de El Kadri, la Presi recordó que Kirchner sumó de a miles -se refería a los militantes- y que el Gobierno de la Ciudad debería implementar un 0800 para denunciar dónde se vende droga y no para escrachar a militantes adolescentes. Alguien quiso avisarle que los ciudadanos contamos con el 911 para denunciar donde venden droga, pero que desde el ministerio de Seguridad dicen que ya tienen las provisiones necesarias para el resto del año y no dan bola.
Esa cosa que tiene la Presi de pedir que se implementen medidas pelotudas contra quien pone un freno al avance de las políticas oficialistas, a veces trasciende a la Casa Rosada y termina con ejemplos como el de Agustín Rossi y su idea de «eliminar las barreras arquitectónicas» en los barrios cerrados, porque el espacio público, es público. Son ideas sádicas ¿No querés que te forme un camporita en tu familia y me ponés un 0800? Te escracho en público. ¿Te cansaste de que tus hijos no puedan ni salir a jugar a la vereda y te fuiste a un barrio cerrado? Vení, corazón desertor, que esta sociedad debe ser peligrosa para todos. Ayer, el Chivo Rossi dijo que lo malinterpretaron, aunque no aclaró en qué parte, y pidió disculpas.
Los que todavía no pidieron disculpas son los preservativos vencidos que militan en La Cámpora y que, cansados de no poder triunfar en las facultades, salen a buscar militantes que puedan ser convencidos. Arrancaron con las secun
darias, pero resultó un estándar demasiado alto, por lo que recurrieron a un sector más acorde. La primaria tampoco prendió demasiado y ya recurren a los jardines de infantes, donde tienen la esperanza de que la Agrupación Salita Verde pronto logre imponer una agenda por la reimplementación de las galletitas Lincoln en el desayuno y/o merienda. Así y todo, desde La Cámpora no descartan extender aún más las redes y ya apuntan a los Jardines Maternales, aunque reconocen las limitaciones a la hora de entablar comunicación con los militantes de la primera infancia. «Con el Nestornauta veníamos bien, pero le pusimos la carita de Cristina a la panza de Barney y estos babosos no reaccionaron», reconoció, desahuciado, un representante de la cada vez más juvenil agrupación kirchnerista, a la vez que reconocía que entre los militantes mayores se generaban ciertos inconvenientes. «Están tan acostumbrados a tragar sapos que vienen a las guarderías y hay que esconder los muñequitos de Pepe.»

Algunos padres, preocupados, ya giraron a los establecimientos educativos la expresa negativa a que sus hijos presencien eventos o charlas organizadas por La Cámpora. El gobierno de Macri lanzó un 0800 para que cualquiera pueda denunciar en caso de ver algún movimiento militante en los establecimientos educativos. Desde la agrupación ultraoficialista respondieron que a ellos les gustaría un 0800 para denunciar que en muchos establecimientos religiosos se adoctrina a los jóvenes en doctrinas místicas, con lo que demostraron que los conceptos de privacidad y patria potestad les exceden tanto como la idea del ridículo. A pesar de todo esto, en un par de semanas, meses, nadie se acordará de nada.
En diez años cerraron 121 frigoríficos y cayeron 75% las exportaciones. Las fábricas fluctúan entre la suspensión de personal y el despido. Ayer cerró la planta de Swift en Venado Tuerto y dejó a 600 tipos en la calle. No pasó nada. Hace seis meses, en el corazón geográfico de la mayor urbe argentina, ahí, donde vivimos casi el 50% de los habitantes del país, un tren se estroló y aniquiló la vida de cincuenta y un laburantes. Hace seis meses, desde el gobierno se nos cagaron de risa y destinaron perros oficiales para detectar dólares en aeropuertos y no para buscar a Lucas Menghini Rey. Hace seis meses, Cristina se escondía en el sur para luego reaparecer a llanto pleno y afirmar que ahora irían por todo. Quienes protestaban, indignados, por lo sucedido, pedían a gritos una movilización y después se quedaron en sus casas «porque no resulta seguro.» No pasó nada. Antes y después hubo muchos más accidentes ferroviarios, más afortunados. Incluso, este último fin de semana un tren se llevó de paseo un puesto de comida al paso en la estación Buenos Aires. Si bien algunos lo consideramos un accidente más, hay quienes sostienen que el gobierno quiso darle un toque de glamour al barrio de Barracas con un restó ambientado en un vagón, pero que no entendieron bien el mecanismo para implementarlo. Lo que vale es la intención.
En Buenos Aires hay un homicidio día por medio. Desde mi última entrada hasta estas líneas, las estadísticas me dicen que murieron cinco personas sólo en este lado del país y por razones delictivas. A estas cifras hay que sumar los veintidós laburantes de uniforme que murieron por arriesgar sus vidas a cambio de un sueldo de mierda. En menos de 36 horas, los festejantes del balompié, los muchachos del paravalanchas, mandaron al hospital a tres policías con heridas graves. No sólo no pasó nada, sino que Hinchadas Unidas Argentinas -una organización delictiva un escalón más arriba que «Vatayón Militante» en la evolución darwiniana de la marginalidad- se manifestó en las calles para terminar con la persecución de la que son pobres víctimas. No pasó ni pasará nada.

Hace no mucho, en Avenida de Mayo y 9 de Julio, estaban los Qom de acampe. Venían desde Formosa y no fueron a protestar a Lugano o Villa Soldati. Estaban en pleno centro porteño, a la vista de todos y todas. En dos días pasé seis veces, con lo que me vi tentado a ir a charlar con ellos. Un par de días después, en una actitud tan cobarde que resultó bien digna de los cagones de La Cámpora, fueron expulsados de la zona, cargados en micros y llevados de vuelta a Formosa. ¿Qué querían? Hablar con la Presidente por unos temitas que tenían que ver con el derecho de los pueblos originarios, el derecho a la propiedad privada, la represión ilegal y asesina de las fuerzas de seguridad formoseñas, la usurpación de tierras, la miseria y el despilfarro de guita de la hermosa gestión de Gildo Insfrán. Cris estaba muy ocupada para recibirlos, así que pidió correrlos. Y los corrieron de la agenda y de la vista de cualquier transeunte porteño. Los Qom también son pobres. Pobrísimos. Y no vi a ningún compatriota convocar a una marcha en defensa de estos tipos en situación indefensa. Quizás es porque no estaba al aire el programa de Lanata, pero no pasó nada.
Cuatro de cada diez argentinos es pobre. Como cuatro de cada diez suena flojo, les digo cuatro millones cada diez millones, que suena más contundente. Dieciséis millones de argentinos son pobres. En diciembre de 2001, el 40% de los ciudadanos estaba bajo la línea de la pobreza, pero éramos menos. Hoy, con el maravilloso modelo de inclusión social, sumamos cada vez más pobres. Repito, dieciséis millones de personas que apenas logran satisfacer sus necesidades básicas. Lanata todavía no lo dijo, por ahí lo dice el domingo que viene. Hasta entonces, estaremos hablando de la pobreza en Formosa -como si nos hubiéramos enterado recién este domingo que Formosa es una joda loca- y entonces destinaremos nuestra indignación hacia el nuevo quilombo que nos muestre la pantalla del 13 el domingo a la noche. Después pasará, como todo.
Pasó Skanska, pasó Antonini Wilson, pasó Varizat -con camioneta y todo- pasó Béliz, pasó Axel Blumberg, pasó Candela, pasó el chofer municipal y empresario Rudy Ulloa Igor, pasaron D´Elía y el incendio de la Comisaría 24a -y nunca apareció el Quinquela Martín- que fue premiado con la designación de D´Elía como subsecretario, pasó la millonaria gestión de Jaime, pasó Juan Pablo Schiavi, pasó Quantín, pasó la bolsa de Felisa Micelli, pasó la toma del Indoamericano, pasó Jorge Julio López, pasó la denuncia de sobreprecios que hiciera Lavagna antes de renunciar, pasaron los Schoklender, mamá Hebe y sus negocios compartidos, pasó el incendio de la estación de Haedo, pasó la toma del Hospital Francés, pasó el Tuto, pasaron los piquetes de la abundancia, pasó Luciano Arruga, pasó Tartagal, pasaron las declaraciones juradas de los funcionarios, pasó María Cash, pasó la fusión entre Cablevisión y Multicanal, pasó la agresión a Jorge Rivas, pasaron los radicales K, pasaron los peronistas disidentes, pasaron -y seguiran pasando- los destrozos periódicos después de cada fecha de fútbol, pasó la estatización de la deuda privada de Aerolíneas, pasó la estatización de las AFJP un año después de que Néstor asegurara que tenemos derecho a elegir, pasaron veinte mil personas asesinadas en hechos delictivos desde 2003 a la fecha -es estimativo, dado que de un modo increíble e inexplicable, no cuentan los datos de la provincia de Buenos Aires- y pasaron cientos de miles de robos, violaciones, secuestros extorsivos, como también pasaron miles de chicas que se van y no vuelven, y n
i siquiera sabemos qué fueron de sus vidas.
No es que acá nunca pasa nada. Acá pasa de todo. Y todo pasa.
Jueves. «El pueblo que no lucha por su derecho, no merece tenerlo.» Rudolf von Ihering.