Antes que nada, quiero aclarar que estoy bien, que no soy Leonardo Fariña, y que anoche no tuve la necesidad de dormir abrazado al CPU en un hotel de media estrella. No, tampoco se qué onda con Karina Olga, Iliana y demás personajes, aunque no me deja de preocupar quién pensará en ellas, con lo caro que cuesta mantener el vicio de las minas que curten la cultura «Kay Adams Corleone», esas que la pasan bomba sin preguntarse, siquiera, cómo es que alcanza para bancar tanto lujo, si el que paga la olla en la casa es monotributista.
Como en Argentina no pasa nada, y la poca continuidad de lluvias hizo que fracasara la implementación del Plan Batiscafos para Todos en el Gran La Plata, Cris no tuvo otra opción que anunciar la ya famosa democratización de la justicia. No voy a profundizar demasiado en el apoyo o rechazo que tiene en la población cualquier medida que cargue contra el Poder Judicial, dado que la ciudadanía argentina se divide entre los que quieren detonarse con un cinturón de dinamita en un juzgado, y los que algún día sentirán ese deseo. Sin embargo, es para destacar el concepto de democrático del gobierno.
Así como para cada vocablo reescriben las definiciones del diccionario de la Real Academia Española, hemos visto que el «para todos», generalmente quiere decir «para el que pinte». Ejemplos abundan, y si no recuerdan otro caso que el del Futbol para Todos -los que gustan del mismo- les cuento que una vez existió el Plan Carne para Todos, que consistió en un par de carritos itinerantes que deambularon por el conurbano bonaerense. En idéntico sentido, también les pareció piola lanzar el Plan Merluza para Todos. Y si bien en varios boliches, teatros y despachos públicos empezaron a mandibulear de la alegría, el mismo consistió sólo en un par de carritos vendiendo unos filetes por dos mangos en algún que otro barrio de la periferia porteña.
Para todos, garpa, aunque sea para unos pocos. Así es que también han disparado conceptos bastante lejanos de cualquier tipo de comprensión, pero con el decoro de sumarle el vocablo «democrático», como si las palabras alcanzaran para darle entidad a algo. Tal es la confusión que, cuando volvió la Fragata Libertad, entre los alpedistas que se acercaron a escuchar a Cristina al puerto de Mar del Plata en plena temporada veraniega, sostenían que la democracia estaba garantizada porque Cristina había recuperado la Fragata.
Ahora, lo in está en democratizar la justicia, Poder del Estado que por algo fue concebido como pétreo: para garantizar que el concepto de justicia no dependa del humor del partido que caiga en suerte en esta quiniela hermosa que hemos dado en llamar elecciones. Quizá, lo más llamativo, es cuán grande puede ser el rencor cuando alguien no resuelve sus traumas: a Cristina le decís que no, y te arma cinco cadenas nacionales, tres proyectos de ley, lanza una reforma en el Consejo de la Magistratura. Curiosamente, lo que más detestamos de la Justicia, es precisamente lo único que buscarán salvaguardar. O sea, esa sucursal de la Rosada denominada Comodoro Py.
Por ejemplo, en el programa de ayer de Jorge Lanata, pusieron en video lo que muchos, en mayor o menor medida, ya sabíamos: la joda loca que han hecho con nuestra guita. No es nada que no se hablara hace tiempo, como la sobrefacturación de un 400% de la obra del tendido eléctrico de Puerto Madryn a Pico Truncado, o las tres inauguraciones del Hospital de Ciudad Evita, o los cinco anuncios de las represas Néstor Kirchner. Sin embargo, le pusieron un rostro -varios- un par de testimonios y ya con eso debería alcanzar para iniciar una investigación judicial.
Hoy, Lilita llevó la denuncia a Comodoro Py, con tanta mala suerte que la Sala que debía sortear el Juzgado, resultó ser la Primera, conocida en los pasillos como la Sala Rosada. Como no son tiempos para andar apostando, el sorteo fue rápido y cayó en el Juzgado Federal n°7, exOyarbide, actual Sebastián Casanello, ex secretario de la misma sala que le asignó la causa, un muchacho tan, pero tan respetuoso de la independencia de poderes, que al tomar posesión de su cargo les aclaró a sus empleados que él era un juez proveniente del campo Nacional y Popular, jactándose de su pertenencia a La Cámpora. Asimismo, Casanello, rápido de reflejos, decidió que la causa la menejara Francisco Luena, de la Secretaria n°13, quien vino de la mano del nuevo Juez, proveniente del ministerio de Justicia de Alak.
Estas son las cosas que hacen que uno se pregunte en qué carajo piensan los opositores cuando repiten que la reforma al Consejo de la Magistratura es para garantizarse la impunidad, cuando la tuvieron siempre garantizada, mejoraron la garantía al copar -sin concurso- de militantes las oficinas de la Procuración General, y seguirá estándolo mientras los juzgados federales seas la joda que hoy son.
Es la democracia que nos supimos conseguir: un Ejecutivo con ánimo aristocrático, un Legislativo en el que los Diputados y Senadores aún no se dieron cuenta que no son empleados administrativos de la Rosada, un Poder Judicial en el que cualquier cosa es posible y una oposición con miedo a ser gobierno. Ante este panorama, no tiene sustento pensar qué tendrá en cuenta Juanita, de Barrio Parque, o el Johnathan de González Catán a la hora de elegir su representante en el Consejo de la Magistratura. Si no vale la pena pensar a la hora de elegir legisladores ¿Para qué calentarse?
Mientras tanto, a nosotros no nos queda otra que hacer lo que tenemos a nuestro alcance, aunque se limite a copar las calles, lo cual no es poca cosa. A pesar de la voluntad de cinco o seis adictos a la fama, con menos visión política que Alicia Kirchner puteando a los damnificados, que creen representar a millones de manifestantes, aunque siempre les falte uno para el equipo de futbol 5. A pesar de los que dicen ser la voz de los que no quieren tener a nadie que los represente -¿O por qué creen que la gente sale a la calle a protestar, de aburrida?- y terminan rogándole a los impresentables de la oposición para que hagan lo que nunca tuvieron ganas: hacer algo. Oposición impresentable entre los que hay uno, con conflicto de personalidad, al que también le mandaban dinero por kilo para que suba en las encuestas y divida al voto opositor.
A pesar de todos esos mamarrachos, con más delirios de grandeza que visión de liderazgo y más ganas de conseguir un lugarcito en alguna lista de diputados que de pelearla en serio, a nosotros nos queda seguir en la protesta, con la certeza de que lo hacemos por nosotros, no por ellos.
Lunes. El jueves salgo a la calle. Por que mi reclamo no tiene otro dueño que yo.