La Ley de la Minoría

Si a esta altura del partido todavía alguien supone que se puede hacer entrar en razones a quien piensa distinto, estamos en el horno. No es la primera vez ni la última en que lo intentemos, pero tendríamos que aprender que no es lo mismo intentar hacer cambiar de forma de pensar al otro que tan solo, lisa y llanamente, defender nuestra postura y así intentar ponernos de acuerdo. Pero esto que pareciera entenderse de modo claro, es obvio que para algunas personas, escapa al sentido común.

Porque, evidentemente, ni la edad, ni las evidencias, ni la historia de vida de algunos individuos ha logrado dejar algo de experiencia como para entender determinadas cosas. Yendo aún más allá, hay sujetos que no solo no entienden que todos tenemos distintos puntos de vista de la inmensa mayoría de las cosas, sino que encima suponen que ellos son dueños de la verdad absoluta de la totalidad de las cosas –muchas de las cuales, hasta hace no menos de un par de meses ni se planteaban- y que el resto somos un conjunto de deficientes mentales que no entendemos las cosas como ellos.

El estado de nerviosismo generalizado que se encuentra en el aire, algunos lo tienen disfrazado bajo un manto de falsa calma producto de una tranquilidad impuesta. Es la violencia al revés. Te tocan el culo, te calentás, y sos un cavernícola. Y no se trata de defender modelos. Es la cultura folclórica argentina. No nos une el amor por un proyecto, sino el odio por el otro. No hay nada que junte tanta voluntad común como cagarse de risa de alguien en particular. Nada nos hace reír más que el ridículo ajeno. Si a ello le sumamos la falta de representación de muchos sectores, más la inexistencia de modelos visibles, el resultado se empieza a entender un poco más.

Me tienen harto criticando la postura de rechazo de la mayoría a este Gobierno. No es un rechazo a un modelo, porque sería ser generosos.

A veces pienso que Aníbal Fernández o Julio De Vido se deben re cagar de risa cuando ven que hay defensores del Gobierno que se fundan en el progresismo. Gente, a ver si se entiende, dibujar la inflación no impide que haya pobres, es más es cagarse en los mismos al no reconocer el problema y ver de qué forma se arregla. Una asignación universal por hijo no es la mejor manera de festejar el bicentenario –es lo mismo que Mc Donald´s con el combo Bicentenario, consistente en una hamburguesa con bacon- ni un método de progreso social, sino un acto clientelista. Son conservadores, no tienen forma de disimularlo. Y cuando se ofendieron porque Noticias los tildo de fascistas, creo que tienen razón. Noticias dijo una boludes. No son fascistas por como manejan la prensa, nada más. De hecho esto es un poroto al lado de cómo se han atado a un monopolio sindical para destruir los derechos patrimoniales de quienes laburan, negando la movilidad social y aislándose del mundo más allá de un par de aliados con los mismos planes y utilizando una política de denigración hacia todo aquel que se oponga.

Y cuando los actos de Gobierno son utilizados para el beneficio de unos pocos, en perjuicio directo e indirecto del resto de los pueblos, hace unos 27 siglos atrás Platón y Aristóteles lo definieron como oligarquía. Les duele, no les importa, se enhervan y lo dibujan diciendo que nosotros estamos calientes, pero es así. Si el aparato del Estado es puesto en marcha para la generación de negocios que siempre son repartidos entre el mismo puñado de garcas, cuando todos los beneficios a otros miembros de la política son a cambio de condicionamientos, estamos hablando de oligarquía. Lola.

Pero no hacen más que proyectar, destruyendo toda teoría. Oligarca es el de clase media que labura e intenta vivir bien. Conservador es el que se opone a que le revienten las jubilaciones. No son periodistas independientes los que trabajan para Clarín, pero sí lo son los que trabajan para Canal 7. El monopolio es el que utiliza las tapas de su diario para machacarle la cabeza a la gente a fuerza de explicaciones en contra del oficialismo, pero no es lo mismo que hace Página/12 y Revista 23.

Nosotros somos los obsesionados en atacar a 6,7,8, pero el programa de Gvirtz no tiene ningun trastorno psiquiátrico al dedicarle los últimos 15 meses a demostrar que son otros los que cobran por decir cosas, como si no entendiéramos que el periodismo independiente no existe. Sin embargo, ellos tienen huevos en decir lo que nadie se atreve a decir. Es como bardear a la hinchada rival desde la comodidad de la segunda badeja de la popular de Boca, rodeado de los muchachos de La 12. Huevos tenía Adolfo Castelo, que en pleno Gobierno de De La Rúa tenía el programa más visto de Canal 7 y en el que se dedicaba a criticar a todo aquel que se mandara una cagada, Presidente incluído.

Pero bueno, parece que para algunos el problema de la Argentina no es que una familia necesite para llegar a fin de mes 600 mangos más de lo que dice el INDEC, como tampoco es problema la destrucción sistemática del sistema de defensa, de la política inmigratoria, del sistema de salud, del poder adquisitivo de la sociedad, del problema habitacional que pretenden solucionar con una línea de créditos hipotecarios para pocos. Para algunos pocos, el problema no pasa por la cantidad de personas en situación de calle, cartoneros, estudiantes que quieren laburar y no consiguen y empleados suspendidos que no figuran en los índices de desempleo porque son tan solo “desanimados”. Para un grupo de pocas personas, no hay problema alguno en que las villas urbanas sean un shopping de venta de Paco, como principal síntoma de la producción local, nacional y popular de merluza de mala calidad –como todo lo producido con capitales argentos. Para ellos no tiene nada de malo que Kirchner haya estado con el Gobierno Militar y con Menem, eso no pasó, no existió, es una operación de prensa, pasó hace mucho tiempo o las personas cambian.

Para ellos no hay drama con que se haya probado que la campaña de Cristina se haya financiado con guita del narcotráfico, los narco políticos son otros a los que no se le probó nada. Obviamente, no han encontrado problema alguno en que se vendieran armas del ejército a países extranjeros y de modo ilegal, a pesar de que ello configure uno de los peores delitos contemplados por nuestra legislación. Son personas que no encuentran objeción alguna en que Magnetto haya sido bendecido con la fusión de Cablevisión y Multicanal en diciembre de 2007. Es obvio que Kirchner estaba con una pistola en la cabeza, pobre.

De más está decir que sostienen que la corrupción se limita a casos aislados, a pesar de las sucursales de diezmos abiertas en Venezuela, las sobrefacturaciones en obras públicas, las valijas voladoras, el crecimiento abismal de los patrimonios de los funcionarios, los arreglos de publicidad y la caja recaudadora de las Fuerzas de Seguridad.

Realmente se creen dueños de la verdad. A pesar de que conforman una minoría del 21%, todo lo que hagan, piensen u opinen los demás, es una bestialidad y merece ser castigado. Son, aristotélicamente hablando, la aristocracia degradada. Son oligarcas.

Pero siguen cometiendo el peor de los errores, en el cual caemos nosotros sin quererlo. Pretenden hacer cambiar nuestra forma de pensar atacando, mientras destinan sus discursos a quienes les dan la razón. Nadie que se sienta afectado va a cambiar su parecer. Ni ellos, ni los que no los soportamos. Tanto ellos como nosotros tenemos que apuntar a quienes se encuentran en la disyuntiva de quién tiene razón. Hay que dejar que sigan diciendo lo que quieran respecto de lo que pensamos. Y que sigan así, con esos aires de tranquilidad de quien tiene la verdad asegurada, que mientras tanto, nosotros, el resto de los mortales que habitamos esta tierra entre Chile, Uruguay y Brasil, seguiremos produciendo para bancar sus gustos. Tendría que ser placentero saber que mientras ellos nos critican, siguen existiendo gracias a los que movemos el país.

Viernes. Al que no le gusta, que se joda.

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