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Del mismo modo que reivindican la figura de Héctor Cámpora -uno de los tipos que más ha hecho por el hervidero tirando un cisterna de nafta súper sobre un incendio, liberando a los más peligrosos subversivos que haya visto la Argentina- dándole su nombre a la agrupación de referencia kirchnerista, tranquilamente vienen a hablarnos de las oligarquías terratenientes quienes se han metido por la puerta grande en el negocio agropecuario, comprando millares de hectáreas fértiles y redituables. Es la misma metodología mediante la cual acribillan al gobierno de la Alianza y convierten a Duhalde en la encarnación de Belcebú, mientras nutren de funcionarios aliancistas al Gobierno al que llegaron con la bendición del ex Presidente.
De este espíritu, se nutre la totalidad de la comunicación. La propaganda oficialista se mueve sobre un eje sencillo, que es tomar la agenda de la oposición y convertirla en propia, con agiornamientos para que no se note demasiado. Al opositor que putee, se lo tilda de facho y se le cagan de risa, sin faltar las caras de indignación, en los programas televisivos afines, mientras alguien escribe una columna en Página/12 acusando a los demás de ser la máquina de impedir, Revista 23 arma una investigación reveladora y El Argentino pone «País de Fachos» en tapa, al lado de una mina en pelotas.
Al mismo tiempo, crean enemigos acérrimos donde sólo había críticos y fabrican de cada negocio caído un némesis a quien combatir, organizados en Cruzados mediáticos. Como todo comercio, gira en torno a intereses. Y como por la plata baila el mono, de un día para el otro pueden encontrarte puteando a Ernestina Herrera de Noble por la apropiación de Marcela y Felipe y cuando se dan vuelta, estan solitos. El resto se fue en patota a putear a la Sociedad Rural Argentina por el terrible discurso de Biolcatti. Marcela y Felipa ya pasaron de moda, como la causa de Macri. Ahora lo in es putear a los ruralistas de vuelta.
La oposición hace lo mismo, pero al revés. No terminan de encarar una causa contra el Gobierno Nacional, que ya les salta otro quilombo. Y es que, a la hora de mandarse mocos, Néstor & Co. tienen un Master, tres Posgrados y un doctorado en la Universidad de la Cagada. Uno entiende que se manden una tras otra, pero pónganse las pilas, muchachos. O se arrmangan y se ponen a comerle los talones al oficialismo o cierran la boca y dejan de llorar como nenas porque el Gobierno los cagó.
En cuanto a las denuncias de corrupción, no nos asustemos. Si algo le faltaba a este Gobierno para convertirse en lo peor del peronismo berreta, sazonado con izquierdas ciegas oportunistas y buenas dosis de practicas de lo peor del radicalismo, es un escándalo propio de Banelco en el Senado. Los hechos de corrupción en el Senado no son graves en cuanto a novedad. Siempre existieron. Lo grave es cuando trascienden por dichos de ellos mismos. Es lo más fácil de comprobar que existe, aunque Roxana Latorre se ponga a llorar en cadena nacional diciendo que ella no fue.
Probablemente, estos días los encargados de contarnos la realidad estén centrados en las puteadas entre Anibal Fernández y Biolcatti, los discursos hartos, baratos y berretas de la cumbre del Mercosur o el operativo retorno de Maradona a la Selección Nacional de Futbol. El resto de los noticieros, se dedicará a escandalizarse ante la salidera bancaria de una embarazada, como la semana pasada fue el niño atropellado de Palermo o mañana será alguna chica preferentemente preñada o a punto de casarse, recién llegada de algún viaje de egresados o con planes de irse a vivir con el novio a mediano plazo, mientras el resto de los laburantes comunes, monchos de mediana edad, nos cagamos de risa de los nuevos delitos que descubren los noticieron y que nosotros padecemos hace un siglo y medio sin que a nadie le importe por más de 12 horas.
Martes. Es lo que hay.