¿Qué les pasó?

Hace poco salió el libro de Ernesto Tenembaum que a modo de yo no fuí, titula como «Qué les pasó». Yendo aún más allá, el propio Tenembaum dijo en un reportaje de presentación del libro que la idea era intentar explicar, como si se pudiera, que fue lo que les pasó a los Kirchner para hacer añicos aquel poryecto que encararon en 2003 cuando Néstor llegó a la Presidencia de la Nación.

Yo entiendo que pueda haber chicos de 20 años, más o menos, que vivieron su adolescencia en los años posteriores al estallido de diciembre de 2001, pero no me entra en la cabeza que señores de cuarenta y tantos quieran hacernos creer que realmente fue así, porque la única conclusión a la que puedo llegar es que, o vivían en una nube de pedos, o son tan tremendamente cínicos que no les queda otra que justificar la vergüenza de haberse hechos los sotas con algunas barbaridades que ocurrían por entonces.

El Gobierno de los Kirchner no se fue a la mierda, sólo esta cosechando lo que sembró. Ni Néstor fue un conciliador devenido en furioso enemigo de todo aquel que piense distinto, ni Cristina es una Estadista caída en desgracia. No, señor.

En una entrevista brindada en noviembre de 2002, Néstor sostenía que las retenciones eran una política equivocada que servían para bancar la burocracia del Estado Nacional. Ese mismo año, Néstor había dicho que le gustaría ser Presidente. También fue ese año cuando se produjeron las muertes de Santillan y Kosteki en la Estación Avellaneda del Ferrocarril Roca, de la que Néstor no dijo absolutamente nada, no vaya a ser cosa que Duhalde le quitara su padrinazgo para las Presidenciales.

Una vez en campaña fustigó a quien antes acompañó en listas electorales, de quien dependiera económicamente y de quien llegara a decir que fue el mejor Presidente de la Argentina desde Juan Perón. Ya habiendo ganado empezaron las primeras muestras de la Argentina que otros veíamos, a quienes después encontraron otros nombres para brindarnos. Gorilas, oligarcas, golpistas, desestabilizadores, etcéteras.

Una Comisaría de la Policía Federal Argentina fue tomada, incendiada y saqueada por un piquetero. El Comisario, fue separado de la fuerza. El piquetero, fue nombrado Subsecretario de la Nación. Y esto no ocurrió en 2008, ni en 2009, ni este año. Fue en el Gobierno de Néstor Carlos Kirchner.

Los conflictos de poder en el Ministerio de Economía, en el que pasaron Roberto Lavagna, Felisa Micelli y donde terminó un engendro anónimo antes de asumir y aún más anónimo luego de su partida -o acaso alguien se acuerda de quién carajo fue Miguel Peirano- empezaron durante el Gobierno de Néstor Carlos Kirchner.

En junio de 2005, trabajadores municipales y de la propia gobernación de Santa Cruz reclamaban 200 pesos de aumento. Se los negaron. Salieron a la calle. Los reprimieron. Kirchner amenazó con mandar tropas de elite. Cumplió. De paso se quedaron por las dudas que sigan jodiendo.

El 20 de julio de 2005, un grupo de 200 ciudadanos santacruceños que alguna vez habían sido empleados petroleros, luego de enterarse que las empresas de la zona habían facturado 2,5 mil millones de pesos en un año, decidieron ir a reclamar que les devuelvan los puestos. Fueron brutalmente reprimidos por 500 gendarmes sin contar la policía local. Gendarmería, por si alguno no lo sabe, depende del Ministerio del Interior de la Nación, por entonces a mano de Aníbal Fernández. ¿Quién puede sorprenderse de la represión a los desocupados santacruceños del año pasado o del actual?

Y ni que hablar del escándalo que se armó cuando en Neuquén murió el docente Fuentelalba en manos de una represión sangruienta. Sobisch, por entonces Gobernador de la Provincia y con serias aspiraciones presidenciales, vio como quedaba sepultada su carrera política, mientras que en Santa Cruz se hacían un festín con los trabajadores del sector de la educación y donde hasta un amigo del propio Presidente de la Nación se daba el lujo de pasarles con la camioneta por encima.

Entonces todos creían en él y nadie miraba el archivo. Cada vez que criticaba al Gobierno de Menem por las privatizaciones, sus cuentas petroleras subían proporcionalmente, gracias a las mismas malditas privatizaciones. Cada vez que acusaban a un militar de genocida, forreando al Jefe del Ejército y enarbolando la bandera del Che Guevara donde tendría que estar la de la Argentina, Máximo se daba una vuelta por Santa Cruz a cobrar las rentas de las 28 viviendas expropiadas en la dictadura.

Pero mientras Néstor echaba a Béliz y Quantín luego de la represión en las afueras de la Legislatura Porteña, en Santa Cruz se hacían un festín con fuerzas de la Nación. Lo que se dice, precisamente, no mirar con los mismos ojos a la Capital Federal que al país profundo. En algo fueron coherentes.

El caso Skanska, que de amenazar con ser el máximo quilombo de corrupción pasó a la nada misma -gracias a Scioli y Macri que dejaron acéfalos el Juzgado y la Fiscalía Federal intervinientes- también sucedió en el Gobierno de Néstor Carlos Kirchner. Al igual que los aportes del narcotráfico a la campaña presidencial de Cristina, las valijas voladoras de Antoninni Wilson, la bolsa de dinero en el baño de Felisa Micelli y el bolonqui de negociados en el Hospital Francés.

La disolución de la Policía Aeronáutica y su reemplazo por la Fuerza de Seguridad Aeroportuaria, también se dio en el Gobierno de Néstor Carlos Kirchner. Reemplazaron una mafia por la misma mafia, cambiaron el nombre y listo. Como los bancos privados, pero con aires progres.

Lo que sí no pasó durante el Gobierno de Néstor Carlos Kirchner, a pesar de que él lo prometiera una y otra vez, fue la devolución de los puntos de coparticipación a las Provincias, la reforma judicial -¿Alguien se acuerda de que querían eliminar los Juzgados Federales de la Capital?- las 100 mil casas del Plan Federal de Viviendas y algunas perlitas más.

Y mientras algunos cómodos pretenden creer que fueron estafados en su buena fe, yo prefiero hacer memoria. Ahora pretenden quedarse hasta el 2020. Con un tasa de crecimiento demográfico del 24% y el plan viviendas absolutamente paralizado, para el 2020 viviremos en carpas. Pero eso sí, Marcó del Pont es lomejor que podemos tener al frente del Banco Central, a pesar de ser la responsable del fracaso absoluto del plan de préstamos para inquilinos.

Ahí están, los podemos ver y escuchar prometiendo nuevamente lo que prometieron en 2003. Gracias a ellos, recuerdo que no lo cumplieron. Gracias a algunos periodistas, puedo decir que yo sé qué les pasó. Un montón de boludos les creyeron.

CARTELERA

Como todos tenemos nuestras distracciones y aficiones, yo no escapo a la regla. Me sumé al blog Te Cuento los Setenta, donde hablo de la música de esos años y hasta me daré el lujo de poder ver la realidad de aquella década desde la perspectiva artística. Dense una vuelta, no sean garcas.

Lunes. Y a vos ¿Qué te pasó?

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