Resultados del Plan Angustiar

Resultados del Plan Angustiar

Es curioso cómo funcionan los números redondos. Tenés 39 años y 350 días y te sentís treintañero. Dos semanas después estás en crisis de viejo choto tirado en el diván del psicólogo con tres kilos de Venlafaxina en sangre. Psicológicamente, no es lo mismo 39 que 40. Psicológicamente no es lo mismo 295 que 300.

Llegué a los 40 y a la semana desfilaba por todos los médicos para que me dijeran que no me estoy muriendo. ¿Cuál era la diferencia en mis análisis respecto de un mes antes? Ninguna. Obviamente me anoté en el gimnasio, en una carrera desesperada contra el tiempo que, como todos, eventualmente perderé. Pero los números redondos tienen ese no sé qué que qué sé yo.

El dólar a 293 pesos o pasados los 300 da igual. Para nuestra economía detonada medio caramelo. Ah, pero en la mente algo cambió. Para nuestra angustia, claro. Las caras largas en la calle daban la sensación de que el día anterior el dólar hubiera estado a 90 pesos. Y es que el temor no es el pasado, sino la velocidad de lo que viene. Igual que cambiar de década. Los 300 parecen de hace veinte años y pasaron ayer. El problema para la contención del dólar es que no hay billetes en el Central, aún se emite todos los días y Alberto no para de abrir la boca. Es como Keanu Reeves en Máxima Velocidad, solo que el pelmazo cree que puede morir si deja de decir idioteces a menos de 50 millas por hora.

En el gobierno se tomaron la situación con la seriedad que los caracteriza para llevar tranquilidad a la población. La encargada de ceremonial y protocolo del Senado a la que todos le dan valor de Estadista y Best Oradora Ever publicó una carta de 500 kilómetros a la que tuvo el tupé de decirle “breve”. ¿Propuesta económica? ¿Inserción del dólar colchón al mercado en forma de inversión productiva? No, una concatenación de burradas contra lo que ella llama “Suprema Corte” o “Suprema” a secas. Corte Suprema es la nacional, Suprema Corte son algunas provinciales y suprema puede ser Maryland o a caballo. Introducción al Derecho, primer año.

En sus argumentaciones demostró que no solo no entiende de derecho constitucional ni administrativo, sino que considera que es una persona diferente a nosotros. De hecho, su mayor bronca es que la Corte haya rechazado el concepto de “gravedad institucional” porque están juzgando a una expresidenta.

En el momento exacto en el que la divisa norteamericana tocó los 300 pesos, lo que queda del Presidente de la Nación utilizó su cuenta de Twitter para hacer declaraciones. ¿Tranquilidad a la población? ¿Ya pasará el vendaval? ¿Un meme con Leónidas en 300? No, le dio la razón a Cristina. Al día siguiente se quebró en un acto. Lo que nos venden como “tregua política” es que el nene de primer grado finalmente aceptó ser golpeado a diario por el de séptimo. Y que es mejor no hablar de ciertas cosas. Garpa más un poderoso gigante a quien culpar que la economía en coma.

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El mentado Plan Aguantar es un suicidio colectivo de mentes estupidas que aun creen que un milagro enderezará la economía y les permitirá ganar elecciones. No sé qué es lo que imaginan: si suben los commodities la liga la inflación; si bajan la liga la recaudación. Y si nos condonan la deuda seguimos sin los dólares que ya no necesitamos para pagar. El drama es el gasto. ¿O acaso piensan frenar al dólar y contener la inflación con los 50 mil millones de pesos que imprimieron esta semana?

¿Sabías que los planes no existían antes de la aparición del ser humano? O sea, no es un recurso renovable propio de estas latitudes, ni fueron descubiertos juntos con los yacimientos de YPF. Hasta sospecho que cuando los Padres de la Patria hablaron de “planificar un país” no se referían a llenarlo de planes.

A muchos les gusta decir en papers largos y de reconocimiento científico que los planes sociales se iniciaron por los reclamos piqueteros. Lo cierto es que siempre existió alguno que otro, pero sin mucha demanda tampoco.

Espantado por el crecimiento de la pobreza del último trienio de la dictadura, la presidencia de Alfonsín largó el Programa Alimentario Nacional a seis meses de asumir. Una caja PAN cubría el 30% de los requerimientos nutricionales de una familia de dos adultos y dos menores. De manera standard venía con dos kilos de leche en polvo, otros dos de harina, uno de fideos, otro de arroz y otro de porotos. También traía un kilo de carne enlatada, dos de harina de maíz y dos litros de aceite de semilla. Al Estado, cada caja le costaba unos once dólares de la época, los productos podían llegar a variar, pero siempre cuidando la proporción nutricional, y se repartían 1.2 millones de cajas al mes. ¿La pobreza al inicio del programa? 15%.

En 1989 Menem anunció el Bono Nacional de Emergencia. Servía para canjear por alimentos. Y después nos presentan la tarjeta Alimentar de Daniel Arroyo como una creación digna de un Nobel. El bono duró menos de seis meses, cuando el Congreso sacó la ley de Políticas Sociales Comunitarias.

Para 1993 ya habían sido creados otros tres programas. Los más veteranos recordarán el Programa Federal Solidario. Esta vez salió por resolución ministerial, con las firmas de Cavallo y Gustavo “todo lo que queda del albertismo” Béliz.

Cuando en 1996 se creó el Programa Trabajar ya existían siete planes asistenciales y doce programas laborales. En 1998, 21 programas sociales y 23 planes de trabajo por un total de 4 mil millones de dólares anuales. Cada provincia, de paso, podía hacer uso del dinero que le giraba Nación para practicar el clientelismo como mejor le pareciera.

La Alianza llegó con miles de ideas, un desastre de organización administrativa –superposición de funciones– y ninguna intención de eliminar los planes ya existentes por razones obvias. También quisieron sumar el “Plan Solidaridad”, con un componente nutricional, más otro programa de becas de estudio y otro de salud materno-infantil.

Como estaba de moda la idea de un ingreso mínimo universal para niños desde la propuesta de la diputada Carrió en 1997 –cajoneadísima por el PJ–, también planificaron el “Seguro de Inclusión Infantil” y un subsidio a Jefas de hogar, jóvenes desocupados y adultos mayores sin cobertura. También estaba en carpeta el “Plan Nacional de empleo para erradicar la pobreza extrema: un seguro de desempleo a jefes de hogar más un subsidio complementario por cada hijo. Fue tal el desparramo de jurisdicciones cruzadas que ya nadie sabía quien cobraba cada cosa ni quién debía habilitar el presupuesto. Lo peor: era un problema arrastrado desde 1984.

De hecho, uno de los debates en la Alianza fue por la unificación en una suerte de Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales en el ámbito de la Presidencia. No prosperó.

Con la llegada de Duhalde se puso en marcha un plan de salida ordenada del modelo de Convertibilidad… Con una caída del salario real del 30% en minutos más el envío a la pobreza del 54% de la población argentina. Para paliar la situación, unificó las áreas sociales en el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales en el ámbito de la Presidencia. Sí, la idea de De La Rúa. Debería ir como chiste, pero ocurrió en serio.

Se lanzó un plan dirigido a “todas aquellas personas, jefas o jefes de hogar con hijos de hasta 18 años o discapacitados de cualquier edad y aquellos hogares donde la jefa, cónyuge, concubina o cohabitante del jefe de hogar se hallare en estado de gravidez, todos ellos desocupados y que residan en forma permanente en el país”.

Un poema. La concentración de recursos en el Estado Nacional pero la ejecución delegada en los municipios fue presentado como un factor de “velocidad”. ¿El monto? 50 dólares de la época. 150 pesos.

El Plan Jefes llegó a tener 1.8 millones de inscriptos en menos de tres meses. En ese mismo tiempo, solo se constataron 277 beneficiarios que se sumaron al empleo formal. Hitazo. Para comienzos de 2004, la mitad de las personas que cobraba ya no estaba contemplada dentro de la población objetivo. Pero a nadie le importó, si estábamos joya. Con la aparición de los nuevos planes, comenzaba la superposición.

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Somos el país del mundo que más dólares tiene fuera de los Estados Unidos. ¿Dónde están? Huyendo de gobiernos de mierda. Nadie en su sano juicio o que haya tenido un billetin de más puede afirmar que el que tiene plata no desea tener más. Nada produce menos guita que no moverla. ¿Cómo quieren que los dueños de ese capital gigante repartido entre millones de personas vuelquen los dólares al consumo o a la producción si los castigarán por hacerlo? Hablen con cualquier boludo que haya querido abrir un emprendimiento en los últimos tiempos y me cuentan.

Estos hijos de mil que hacen que gobiernan nos llevan a patadas hacia un oscurantismo sin escalas y sin la más mínima justificación que no sea ambición de poder e impunidad para hacer lo que quieran con un Estado del que se creen dueños. Literalmente. ¿O acaso ya olvidamos de la calificación de “usurpadores del Poder” que le tiraban al gobierno anterior?

El nivel de confusión generado en los últimos decenios respecto del rol del Estado ha creado generaciones enteras de feudatarios. Pero hay que llevar adelante el Plan Aguantar.

Hay que ser turro. ¿Aguantar qué? ¿Para qué? ¿Cuál es el milagro que esperan, que el Central se llene de miles de millones de dólares que no pueden tener otro destino que no sea el de tapar agujeros? Ahora culpan a los que no liquidan soja. ¿Dónde están los 75 mil millones de dólares que ingresaron por exportaciones el año pasado, manga de vampiros? ¿Dónde están los de la cosecha récord? Entró más guita por exportaciones que en Israel, fuimos los terceros de toda Sudamérica. ¿Y la culpa de esta catástrofe es de la Corte, del Campo y del boludo que pretende viajar sin ser funcionario público?

Si cuando no hay un mango existen pelotudos que reclaman un salario universal ¿se imaginan si hubiera aún más plata? No se imaginen tanto: es lo que ocurrió durante los mandatos de Cristina. Planes y más planes para tapar.

¿Aguantar a ser oposición de nuevo para pudrir todo? Está claro que no saben cómo arreglarlo. No supieron antes. Pero, como para mí ya están en el pasado al que pertenecen por oler a naftalina en cada discursete anacrónico que dan, paso a otra cosa y pregunto:

¿Cómo lo arregla el suicida que decida agarrar esto? ¿Ya hay un plan o creen que nos sobra tiempo porque los “gobiernos tienen que terminar” como repiten los burros que desconocen qué es una Asamblea Legislativa? ¿No leen los movimientos de los gobernadores del propio peronismo? Le cortaron el boleto al gobierno. No van a mover un dedo por sostenerlo, no vaya a ser cosa que caigan también ellos arrastrados por el desastre.

¿Cuál es el plan si les toca cuando les toque? ¿A qué costo? ¿Qué hacemos en el camino? Porque el daño es enorme y nadie puede dimensionarlo: en una época en la que la AFIP sabe cuánto pagaste el alfajor de membrillo que compraste en septiembre de 2011, no hay un sistema de unificación de datos de asistencia social.

El daño es tan gigante que hay familias enteras que viven desde hace generaciones del cheque del Estado. Existen 144 planes sociales y hay gente en situación de calle, los vemos todos. Esos no cobran. Muchos duermen en inmediaciones de la ANSeS y de Desarrollo Social. ¿Se entiende el cinismo o necesito letras más grandes?

¿Cómo lo arreglamos? Después de todo son vidas humanas y no estadísticas. Los que cobran y los que no cobran, ¿qué hacemos con ellos? ¿Dónde los metemos si todavía no entendimos que nuestro mayor problema no es ni la deuda, ni la inflación, ni el desempleo, ni la pobreza? Nuestro mayor problema, gigantesco problema es la falta de una producción que permita absorber a todos los trabajadores con salarios tentadores que hagan dudar al que cobra un plan. Y si ocurriera el milagro, ¿hay tantos trabajadores calificados entre los que cobran planes?

Nadie invertirá a tamaña escala si no puede girar regalías, si no puede reinvertir ganancias, si no puede comprar insumos que no producimos porque ningún país del mundo produce el 100% de sus propios insumos.

Pensá en tu casa. Querés comer un bife. Comprás una vaquita bebé, la alimentás con pasto cultivado por vos mismo en el living de tu casa mientras te comprás una mina de hierro para extraer el material que te permitirá fabricar en tu fundidora una plancha y un cuchillo. Andá picando algo porque para el bife falta que la vaca crezca unos años para que puedas carnearla. Mientras, espero que te hayas avivado de plantar un árbol porque vas a necesitar leña para cocinarla. Eso es vivir con lo tuyo, man.

¿Cómo creen que evolucionó la humanidad si no fue a través del comercio internacional? ¿Además de Educación Cívica también dejaron de enseñar Historia Antigua en los colegios?

Necesitamos un tsunami de inversiones productivas pero los dólares que lleguen se irán a otras cosas que impedirán que esas inversiones productivas se sostengan en el tiempo y así la rueda yira, yira. ¿Quién corta el círculo y cómo? ¿Hay forma de hacerlo sin dolor? Y si no queda otra, ¿lo aguantamos?

¿Qué precio estamos dispuestos a pagar para ser un país viable? El precio se mide en sufrimiento más tiempo. ¿Tenemos ganas de aguantar? Tanto que me tiraron con el patriotismo en mi última nota: ¿quién se pone el sayo y resiste si le dicen “esto llevará diez años como mínimo”?

Los movimientos sociales han reemplazado al Estado. Cristina tiene razón. Lo que no cuenta es que La Cámpora ya lo había hecho antes y aún lo hace. ¿O la gestión de la ANSeS es meritocrática y eficiente? Ahí tienen la verdadera interna: la caja. ¿Cómo no la vieron? ¿Cómo no se dieron cuenta de que esa es la interna crucial y que por eso los funcionarios de Energía son intocables? Todo pasa por quién tiene la guita, a nadie le importa la fucking lapicera. Si no, miren cómo La Cámpora se patina 8 mil millones de pesos en propaganda en medios en menos de siete meses.

Lo macabro del intervencionismo social es que nos han convertido a todos en planeros. En la Argentina, los subsidios son un plan social de facto: tus cuentas cierran sólo con la intervención del Estado. ¿Qué pasaría si le quitaran los subsidios energéticos y de transporte a toda la Argentina? ¿Cuántos pasamos instantáneamente a ser pobres? Claro que si no tuvieras que pagar por cada cosa el doble de lo que vale, quizá te sobraría guita para no depender de subsidios. El plan perfecto: te quitamos hasta que necesites, te damos y mejor que agradezcas.

¿Quién lo corta, cómo y por dónde? La guita ya no alcanza para pagar deuda, para producir ni para pagar planes ni subsidios. ¿Y ahora?

Igual hay algo que nunca voy a entender: si ya estás perdido, si ya no hay chances de que ganes ni en un estado lisérgico colectivo, ¿por qué no hacés las reformas necesarias?

Ah, sí… el coraje. Lo único que puede esperar Alberto es que el viento no sople muy fuerte y que de tanto jugar a ser Cámpora no le aguarde el mismo destino. Pero, como todo en su triste gobierno, eso tampoco depende de él.

Así estamos, esto somos. Después no digan que mis textos los dejan muy bajón. Más bajón está nuestro poder adquisitivo y no se queja. ¡Ja! Ok, no empujen, me voy solo.

Nicolás Lucca

 

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