Urgente – El Agua de Buenos Aires

El acceso al agua es un derecho humano de tercera generación. Es un bien escaso, es uno de los factores de la vida. Nuestro cuerpo tiene un 70% de agua en su composición. El agua potable es sagrada. Escasea en gran parte del mundo y nosotros tenemos para tirar al techo. Pero la destruímos. Lo hacemos nosotros y la desidia gubernamental. Todos somos parte, por acción u omisión.

En la Ciudad de Buenos Aires hace un siglo se tomó la gran desición de entubar los dos grandes arroyos que cruzaban la Capital, el Maldonado y el Cildañez. El agua potable empezó a ser administrada por Obras Sanitarias de la Nación, una empresa estatal que dependía directamente del Ejecutivo Nacional. En la década del noventa pasó a manos privadas, convirtiéndose en Aguas Argentinas (de capitales Franceses). A principios de la gestión de Néstor Kirchner, a la empresa le quitaron la conseción y se convirtió en AySA. Nada cambió para bien, sino todo lo contrario. Empeoró de la peor de las maneras.

Mi abuelo podía nadar en el Riachuelo. Este mismo Riachuelo.
En todo el conurbano bonaerense, siguen sin construirse obras de infraestructura hídrica básicas, la gente sigue sacando agua del pozo, extrayéndola de napas contaminadas por industrias químicas, curtiembres o basureros. En Ezeiza, las primeras dos napas están contaminadas con uranio de la planta nuclear. Esto se puede comprobar sencillamente con concurrir al Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n°1 de Lomas de Zamora, donde se encuentra radicada la causa desde 2003, expediente en el que se pueden leer todos los peritajes llevados a cabo por un equipo de investigación de la Universidad de Buenos Aires. AySA distribuye agua de la tercera capa sin tratarla lo suficiente. Tomarla 3 meses es garantía de cálculos renales. Es tan pesada que el sarro se acumula en los grifos en un solo día y las ollas de cocción se ponen blancas en un par de semanas. En Lomas de Zamora tiene el mismo gusto que beber agua directamente de una pileta pública. Un poco más de cloro y somos todos rubios. En la Ciudad de Buenos Aires, más o menos la venían remando con el tema del sabor y la potabilidad de su ingesta. Hasta hace un par de semanas.

Por cuestiones de índole presupuestario, la empresa que nuevamente se encuentra en manos del Estado, cambió todos los productos químicos de las plantas potabilizadoras. Mientras Cristina anunció la contrucción de la Planta Potabilizadora del Bicentenario -como si una planta de agua potable fuera un monumento cuando tendría que ser una obra básica- el presupuesto de la empresa empezó a tambalear. A pesar de un prestamo del BID de 900 millones de dólares para obras de saneamiento, todavía no han encontrado el equilibrio justo y estarían probando como queda, utilizando de conejillos de indias a las millones de personas que habitan la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.

Hace una semana se quedaron cortos con los químicos y el agua que sale de la canilla vendría lo suficientemente contaminada como para mandar al hospital a 15 niños, tener con vómitos y diarrea a la inmensa mayoría de los habitantes que beben el agua cristalina, incolora e inolora que surte de las canillas hogareñas.

No se puede esperar nada de quien se caga hasta en la salud de los niños.

En un país medianamente serio, la empresa o el mismísimo Ministerio de Salud hubiera emitido un comunicado advirtiendo a la población del inconveniente ocurrido por la desidia de nuestros mandatarios. Pero estamos en Argentina, una confederación de provincias al sur del Paraguay y en el medio de Chile y Uruguay que alguna vez fue un país de oportunidades para todos y ahora lo es solamente para quien maneja la caja.
Lo más grave del asunto, es la actitud de la empresa, que dio la orden a su servicio de atención al cliente de evadir cualquier pregunta sobre la potabilidad del agua, entrando en un terreno más propio del derecho penal que de la administración de empresas. No podía creer lo que me estaban contando, así que decidí comprobarlo por mis propios medios y me comuniqué al 6333-2482 que es el número de atención al cliente de AySA. Allí me atendió una chica a quien le expliqué de la gravedad del asunto y mi inquietud sobre si el consumo del agua corriente no era perjudicial para la salud. La respuesta fue simple. El agua es apta para consumo humano y se realizan controles periódicos. Que sea apta para consumo humano no quiere decir que no te haga daño, sino que simplemente no te va a matar. A los 15 días terminarás en un hospital con suero, pero pronto podrás volver a tu hogar.

No contento con ello, empecé a buscar la forma de comunicarme de modo particular con alguna persona del sector de atención al cliente pero por fuera de la empresa. Esta persona me refirió que tienen la orden de evadir cualquier pregunta al respecto, que las conversaciones son escuchadas por sus superiores en directo y que cualquier indicio de un exceso de información que pudiera despertar la alarma de la población quedaría en evidencia en el momento, por lo cual están entre la espada y la pared. Mujeres que llaman preguntando si pueden darle de beber a sus hijos el agua de la canilla a pesar de estar descompuestos hace días, reciben como toda respuesta que el agua es apta para consumo humano. Si no lo hacen, pueden llegar a perder el empleo.

Según las fuentes consultadas, las zonas afectadas son Capital Federal, Lomas de Zamora, Avellaneda, Almirante Brown, Ezeiza, Esteban Echeverría, La Matanza, Lanús, San Isidro, Vicente López, San Miguel, San Martín, 3 de Febrero, Morón, Hurlingham, José C. Paz, Quilmes y La Plata.

Esta es la Argentina en la que vivimos. Cada día me da mas vergüenza. No ser argentino, sino lo que nos toca como gobernantes por ser tan idiotas de no preguntarnos nunca nada, de no reclamar ni por nuestra salud y de solo manifestarnos cuando nos tocan los ahorros.

Repito, el acceso al agua potable es un Derecho Humano, como la vida y la libertad. Cristina, que tantas loas se ha tirado a sí misma sobre la política de derechos humanos de su gobierno, tendría que rever un poco qué es lo que hace ella por los habitantes del siglo XXI que también son humanos, y por ende, tienen derechos.

Martes. A vos no te deseo otra cosa que Justicia.

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