Yo violento, tu violentas, él violenta.

Ayer arribaron a la Patria algunos de los legionarios argentinos vilmente deportados de Sudáfrica. Triste es el trato para quienes son fieles brazos de hierro del Gobierno Nacional y Popular, aunque los responsables quieran hacerse los boludos.
Y es que no existe modo más fácil de mirar para otro lado que ampararse en los plazos procesales, en las responsabilidades burocráticas y en la boludez ajena. Aníbal Fernández es el mejor hacedor de estas técnicas. Ante los cuestionamientos de por qué un barrabrava identificado con Hinchadas Unidas -quien goza de una libertad condicional por homicidio- puede salir del país y a cualquiera del resto de los mortales, por una cuasi coincidencia de homónimos en Ezeiza puede terminar masticado por los ovejeros alemanes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

La respuesta a estos interrogantes es que la culpa termina siendo de la Justicia por no haber comunicado a la Dirección Nacional de Migraciones. Todavía seguimos esperando que nos cuenten de dónde sacaron la plata y dónde están los carnets de afiliación, porque es mucha coincidencia que muchos de estos barrabravas sean los mismos que iban a la Feria del Libro a hacer bolonqui.

Trato de darles la derecha a los compañeros del gobierno, más que nada respecto de la no vinculación con los violentos del fobal. Pero siempre se me cae algo. Como cuando recuerdo que en el 2006 quebró el Hospital Francés y algunas agrupaciones sindicales tomaron las instalaciones con la colaboración de Quebracho. El flamante interventor designado por el Gobierno no podía ingresar, así que de la nada –trato de darle la derecha al Gobierno, nuevamente- cayeron 40 barrabravas para retomar el control y que el Doctor Salvatierra pudiera sentarse en su sillón.

La historia es conocida pero olvidadiza. Les salio como el culo, los sindicalistas –acompañados por la totalidad del personal del Hospital- los rodearon y los 40 corajudos terminaron encerrados en una oficina. La Justicia da la orden a la Policía para que identifique a los barras, pero estos se negaron. Y así fue pasando el día hasta que un llamado gubernamental al Comisario sugirió un cuidado especial para los muchachos del Tuto, por lo que al intentar sacarlos, se armó el quilombo que todos recuerdan. La Barrabrava rescatada por la Policía, bien de valientes. Por esos días, al Tuto Mohamed le daban de baja el contrato en el Gobierno de la Ciudad por patearle la cabeza a un sindicalista y afanarle la gorra a un policía en el mismo Hospital.

Esa es la realidad argentina. Si quisiéramos medir en calidad el nivel político de la actualidad, el resultado sería ese. Barrabravas para apretar lo que el subsidio no pudo comprar ni Diego Gvirtz junto con Szpolsky dominar intelectualmente, amparados en la sagrada libertad de expresión. Porque mientras Luciano Gallende y Sandra Russo ponen caras preocupadas por la crispación de los opositores, los violentos son utilizados como grupo de choque, al igual que en una época se utilizaba a los muchachos de D´Elía. Es el mismo sistema que utilizan los boliches son sus preferencia por los patovas en vez de profesionales de la seguridad. Se opta por tener en negro y clandestinamente a un boludo grandote que pueda pegar tranca. Total, si hay algún quilombo, la culpa no es del dueño de la joda.

Tranca, gente. Estamos en Argentina. Ese territorio al Oeste del yacimiento petrolero británico del sur, que se encuentra presidido por una bolsa parlante que espera que con el tiempo puedan desarrollar una (vacuna) Bio Jaja para humanos. Apostemos a que con una Bio Jaja para no bovinos sino humanos, a alguna mala onda o algunos mala onda la cambien y precisamente logren lo que logra esta vacuna. Sublime.

Miércoles. Relax. Kirchner lanzó el Instituto de Formación Política del PJ para la Juventud y conducido por Gioja. Estamos salvados.

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