
Inicio » Solidarizándome con el Neófito
Los jóvenes militantes tenían gran capacidad de combate pero sin experiencia y sus líderes mostraron que no tenían capacidad ni coraje, ya que huyeron como ratas mientras sus conducidos eran abatidos o detenidos. La guerrilla tenía capacidad de dañar pero no para gobernar y aunque quería apoderarse del poder nunca tuvo el apoyo del pueblo.
Pero de Cafiero dicen que está viejo choto o que está gagá. Lo mismo que decían del Juan Perón cuando les sugirió que bajen un cambio, cuando les recordó que el peronismo lo conducía él -parece un chiste al sentido común, pero tuvo que aclarárselo a Kunkel- cuando invitó a los diputados jóvenes a que, si no estaban de acuerdo, se fueran del Partido y cuando cagó a pedos a los Montoneros en la Plaza de Mayo. Está viejo, es cierto. Pero como a la mayoría de los viejos, ya le chupa todo un huevo.
Yendo a las cuestiones de la historia, Cafiero era el Ministro de Economía de un Gobierno elegido por el 62% del Padrón Electoral y la vivió desde adentro. Pero también había sido el Ministro Lactante del segundo Gobierno de Perón, en la década del `50. O sea, tiene todas las cartas como para ser considerado un viejo facho, lo que la mayoría de los neófitos en materia de política argentina no entienden, no ven, ni tienen la intención de hacerlo.
Me pregunto qué opinarán los neoperonistas de la participación del General cuando era tan sólo un Teniente del Ejército que participó en la represión de la Semana Trágica en 1919 con 25 años. Como también me genera incognitas intentar dilucidar cómo harían para disfrazar esos años que el General, cuando era tan solo un Mayor del Ejército, estuvo como agregado militar en la Italia fascista de Benito Mussolini. No puedo imaginarme cómo dibujarían el concepto que tenía Juan Domingo del fascismo, del que decía que era n ensayo de socialismo nacional, ni marxista ni dogmático. Supongo que también quedarían con el cerebro en Stand By si se les preguntara qué opinan de la declaración de guerra a Alemania negociada con ellos, para traernos a los científicos e ingenieros del régimen Nazi, lo mismo que hizo Estados Unidos, lo mismo que hizo Rusia.
Por eso cada vez que me acusan de facho, me siento aliviado. No porque sienta que el peronismo sea fascista, sino por quién me lo dice. Intentar explicarles la concepción de una ideología autóctona a quien sigue hablando como un pelotudo de la izquierda, la derecha, la internacional, la revolución obrera y los problemas del consumismo, es harto desgastante. Sería sencillo si entendieran que Perón hablaba de la necesidad de convertir al obrero/peón rural en consumidores para alejarlos de la revolución. Pero bueno, era un viejo facho.
A todos los que se dicen peronistas y desvarían ideológica o doctrinariamente, deberemos recomendarles que lean «La comunidad organizada», «La doctrina peronista», y «Conducción Política». Pienso, compañeros, que dentro del peronismo, cualquiera debe pensar y sentir como se le dé la gana, siempre que no saque los pies del plato. Existen en el país un sinnúmero de ideologías y doctrinas diferentes. El que no esté de acuerdo con la doctrina peronista, nadie lo obliga a que se quede con nosotros. Que se vaya. Cuando se organiza una fuerza política, es preciso que se tengan en cuenta dos premisas: en primer lugar, que jamás debe ser sectaria y, en segundo término, que no puede ser un movimiento -diremos, regular, orgánico y funcional- si todos los que lo forman no tienen la misma concepción y, en consecuencia, la unidad de acción indispensable. (…) Ya manifesté que siento una profunda admiración por la juventud, pero es preciso que esa juventud, al incorporarse a nuestro Movimiento, no pretenda tomar la dirección y conducción del mismo. Somos muchos y tenemos mucha experiencia como para entregarnos a la improvisación que bien puede conducirnos a un fracaso.
Jueves. Sigan participando.