Inicio » Relato del presente » La campaña vacía
Y se largó la campaña, no más. Todo para recordarnos que nunca, pero nunca debemos quejarnos del nivel de los eslóganes. En 2021 cometí el grave error de hacerlo ante la chatura de proponer metas sin explicar los caminos. Unidos, juntos, todos. Ahora llegamos al recurso patriótico, cuando lo que esperamos es saber la hoja de ruta.
Hablar de futuro como propuesta política es todo un tema. El futuro nunca llega, es una abstracción, una cosa que está siempre por delante. Y les agradezco el realismo. ¿Qué tiene la gobernación bonaerense para ofrecernos en el presente más que el pesimismo de una administración inútil?
Sin embargo, que el concepto central y único de la campaña a nivel nacional se reduzca a la palabra “Patria” es un poco mucho. En 2013 la Patria era el otro. Hoy, “la Patria sos vos”.
Tienen un Plan B en caso de que no prenda, como dictan las encuestas encargadas por el propio Massa que lo dan perdedor en todos los escenarios. En el único lugar en el que gana es en su chat de empresarios.
Ahora hay que prepararse para la nueva frase cabecera: “Sergio se enfoca en la gestión”. Sí, mandan a decir eso desde el ministerio de lo que queda de la Economía comandado por el presidenciable con menos méritos desde la aparición de Alberto Fernández en el firmamento. El tema es que hoy la gestión es el dólar pum para arriba, la emisión, la inflación y Massa que plantea disyuntivas de patria–antipatria con la oposición en términos genéricos y sin dar nombres. Y yo que él les haría un monumento por el cabarulo que se armó justo en el momento en que tienen el arco vacío.
¿Qué nos identifica como argentinos? ¿Qué es lo que hace que uno se sienta parte de este país más allá de lo que dicta el documento?
Me ha tratado de cipayo gente que fue al Machu Pichu pero no sabe dónde queda Santa Catalina. Conozco veintidós de los veinticuatro estados autónomos que, confederados, forman la República Argentina. ¿Eso me hace más o menos patriota? Conozco las Islas Malvinas y no sé si soy más patriota por haber ido o un cipayo por haber vuelto sin recuperarlas.
La Real Academia Española nos tira una definición simpática y dice que la Patria es la “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”. Nótese que el nexo del predicado dice “y” en vez de “o”. El vínculo es jurídico, histórico y afectivo, juntitos, no opcionales.
Jurídicamente soy ciudadano argentino. Históricamente, soy nacido en el país como tercera generación de inmigrantes mayoritariamente calabreses y franceses en su minoría. Sin embargo, lo único que me ata –a mí y a muchos– es el vínculo afectivo. No es que me gusta la Argentina, la quiero.
En 2007 se emitió un programa con una consigna básica: quién era el mejor representante del gen argentino. Se exponían a íconos de la cultura popular, la música, próceres de nuestra historia y deportistas. Todo en una competencia eliminatoria en la que podíamos escuchar la argumentación a favor de un especialista en el personaje, y una argumentación en contra. Luego, el voto de los televidentes definía quién pasaba a la siguiente ronda y del mismo modo se definía la gran final. El concurso lo ganó José de San Martín. Está claro que absolutamente nadie de todos los que votaron entendió la consigna.
No se trataba de elegir al mejor de nosotros, sino al que mejor nos representa. ¿Es realmente San Martín quien mejor nos representa? ¿Tanto nos creemos?
Es algo que nunca falla: en tiempos de crisis apelamos a los símbolos nacionales. ¿O son símbolos patrios? Patria y nacionalismo pueden confundirse seriamente y el gran, pero enorme problema de apelar a los sentimientos patrios en una elección es la construcción de un enemigo. Si votar por vos mismo es votar por la Patria, el otro es el invasor. Ya no es grieta, es una gesta de resistencia.
Entiendo el manoseo de las palabras, pero en los últimos años han abusado sexualmente de Patria casi tanto como de Pueblo o Libertad. Patria y Pueblo han sido gastadas ante cada falta de argumentación. Así, cada vez que no sabemos cómo plantear una postura, sacamos de la galera Pueblo y/o Patria y tenemos una motivación. ¿Para qué? Es lo de menos, cipayo.
Básicamente, podríamos deducir que, para el Argentino, el Pueblo soy yo y la Patria es aquello en lo que yo creo. ¿Y la libertad? Bueno, depende de a quién le pregunte, vea. Para muchos es romper lazos con el imperialismo. El norteamericano, no el chino. Para otros, es no pagar impuestos y el resto vamos viendo.
Ahora resulta que un gasoducto no es un obra de ingeniería, sino “una gesta”. Corramos el busto de Belgrano y pongamos el de Mindlin. Hay que hacer Patria y eso es celebrar que un 25 de Mayo asumió Néstor Kirchner y que un 9 de Julio terminaron una obra.
¿Qué hace que seamos una nación si ni siquiera nos entendemos entre los que provenimos de los mismos orígenes migrantes? No sé si lo notaron, pero cada vez que se menciona a una colectividad argentina, viene acompañado de “una de las más grandes fuera de su país”.
Tenemos la población de judíos más grande de habla hispana, la tercera de América después de Estados Unidos y Canadá. Somos el país con más italianos fuera de italia, con más ucranianos fuera de Ucrania, con más croatas fuera de Croacia. Le competimos a los Estados Unidos en alemanes y armenios, y a México en sirios y libaneses. Todos, toditos llegados al menos sesenta años después –mínimo– de que esta porción de un virreinato decidiera ser un país. Hace 100 años, no más, uno de cada dos porteños era extranjero. ¿Viste que nos llama la atención el extranjero hoy? Bueno, imaginate que uno de cada dos –repito, uno de cada dos– no hablaba como vos. Más, todavía: la inmensa mayoría no hablaba tu idioma.
¿Qué convirtió en nación a los descendientes de esa masa de gente que hasta se odiaba en sus tierras de origen? Una tierra llena de oportunidades y el sistema educativo. Una ley que obligó a que todos recibieran los mismos contenidos de historia nacional y universal de forma gratuita. Y todo para que unas décadas después vengan un puñado de personas con ocho apellidos europeos a hablarnos de conquistadores e identidad nacional.
El 9 de Julio escuché a una señora quejarse en una radio porque los argentinos “colgamos banderas por el Mundial y no por las fechas Patrias”. Y sí, tiene razón. También es cierto que en ese diciembre de 2022 sentíamos orgullo por algo que nos devolvía gratitud hacia la devoción. ¿Qué tenemos para festejar el resto del tiempo?
Hay miles de temas para debatir, pero quién puede con la Patria en el medio.
¿Está bien que la educación funcione como está? ¿Los contenidos? ¿Seguimos con este nivel en el que, para el mismo puesto administrativo que antaño ocupaba un perito mercantil hoy hace falta un universitario? ¿Sólo nos conformamos con que haya clases porque no tuvimos por dos años? ¿Está bien que los sindicatos sean los responsables de capacitar a sus representados? Quisiera que se discuta y no que se dé por sentado porque “cómo te vas a oponer a los trabajadores” o porque “con el sindicalismo en contra no vas a ningún lado”.
¿Podemos dejar de instalar que la Argentina es un país rico pero mal administrado solo en base a nuestras materias primas? No, no somos un país rico. La riqueza de las naciones dejó de medirse en materias primas hace demasiado tiempo. Hoy se mide en valor agregado y capital humano. El primero son los padres, el segundo es el que huye hacia el mercado negro.
Hablemos del sistema previsional y cómo lo financiamos, que ahí sí que estamos bien domados culturalmente. ¿Mandás al pibe a un colegio privado, pagás una prepaga pero te da miedo que tu jubilación sea un fondo de retiro capitalizable? ¿Vamos a seguir en el camino de sostener que Amado Boudou es un prócer que salvó nuestras jubilaciones cuando en realidad le dio al Estado una bocha de recursos discresionales que se convirtieron en el agujero negro del déficit fiscal?
No sé si quiero que vuelvan las administradoras privadas de jubilaciones, pero si al principio me dieron a elegir ¿por qué me obligaron después? Habría que preguntarle a Sergio Tomás, el que en 2006 nos dio la opción, aunque nadie lo recuerde.
Debatamos si vamos a seguir apelando al patriotismo y al nacionalismo desde la izquierda, el centro, la derecha, arriba y abajo mientras la gente se va a la mierda. ¿Qué pasó con los lazos afectivos de esas personas que pesaron menos que la posibilidad de tener una vida tranquila en cualquier lugar del orbe?
¿Qué vale más: la patria o vivir bien? ¿Por qué no pueden darse las dos cosas juntas? Debatamos si la Patria es cagarnos de hambre pero ser soberanos como Cuba o vivir bien y tener sentido de pertenencia. O sea: no hay manera más deseable de sentir un lazo histórico y afectivo con un lugar que ser feliz en el mismo.
¿Por qué siempre tiene que ser una opción?
Hacer Patria…
Hace años que tenemos fotos del saqueo al Mar Argentino en manos de barcos que obedecen las órdenes de la misma dictadura que nos enchufó una base militar, quiso meternos un puerto y maneja nuestras reservas con yuanes. ¿La Patria no sabe nada o qué onda? El oro que se llevan las mineras de la corona vía Canadá sin pagar por el oro ¿en qué parte de hacer Patria entra?
Sé que no soy el único que piensa que no puede más. Esta semana terminó con todos empobrecidos otro poquito, solo unos pesitos por dólar, como dice la vocera de un Presidente sin voz. No queda resto para sumar más curros o empleos, salvo que encontremos la forma de trabajar mientras dormimos esas cuatro horas que nos quedan.
La venta de ansiolíticos en el país de los ansiolíticos batió un nuevo récord y todo parece indicar que el año terminará con una sociedad unida sólo en las benzodiacepinas. ¿El debate político? En revisar qué dijo, qué dejó de decir, quién apoya a quién, quién calla, quién otorga. La política se resuelve en Twitter y, como solo una minoría de la Argentina tiene cuenta en esa red social, el resto ni se entera. En eso estamos: en discursos para tuiteros en lenguaje tuitero y con códigos tuiteros.
¿Cómo piensan que nos sentimos el resto? ¿En serio tenemos que ser otros los que recibamos atención profesional? ¿Entienden que no se puede más y que sabemos que lo que viene será peor porque nada se arregla fácil?
Hay vida cuando se guarda el teléfono en el bolsillo. Una vida de mierda para la inmensa mayoría de los ciudadanos de un país al que lo único que se le ofrece es Patria.
A esta sociedad hambreada, empobrecida, cansada y enloquecida se le ofrece Patria. O sea: se le pide el esfuerzo de que sea patriota. Irrebatible. Todo el que se oponga es, por definición simple, un vendepatria.
Vendepatria… El súmmum del ego argento: dar por sentado que alguien querría comprar este cotolengo.
Pero bueno, sigan, no más, que la campaña está buenísima. Lástima que en el medio estamos nosotros.
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Un comentario
Te felicito Nicolas !! Nadie lo dice mejor qué vos !! Yo ya peino canas hace bastante y ya tiré la toalla y aunque parezca increíble me quiero ir de ésta tierra adónde hace 100 años llegaron mis padres!!…. Parece increíble pero lo he vivido todo ya !!… Abrazos y adelante por las nuevas generaciones!!